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LOS FRESCOS — May 16, 2019

LOS FRESCOS

LOS FRESCOS

Supuestamente dos caballeros sentados el uno enfrente del otro en una mesa esperando un café que siempre se enfriará rápido.

– Y entonces aparece esta perra, con su sombrerito de fieltro con esa cinta de colores alrededor de la coronilla, con sus botas de caña alta a darse aires por ahi.

– Conchetisima la mina.

– No sé de que se la dá. Sabe unas palabras de alemán y anda largándolo todo en castellano como si fuera de la realeza. Hija de mil putas…

– Hay que andar con cuidado. Tiene poder.

– Si, tiene el poder de mamarme las pelotas. Solo porque nació rubia se piensa que sabe de una mierda. Yo estuve casado con una rubia ocho años, me dió dos hijos y desde hace tiempo que no quiero tocar a una perra. Son la base de todas las pesadillas del hombre.

– Eso es verdad. Cuarenta y un grados de fiebre.

– Si, cuarenta y un mil grados de penas.

– La yegua.

– Si, esa hija de puta con el dedo meñique sobre la taza de té…

– Me refiero al animal.

– Si, las hijas de mil putas, ahora entiendo a los putos…

– Tito, me refiero al animal. Al caballo. De hecho a el animal en el box 32. La yegua. Está enferma. Hay que ir a auscultarla. Esa cosa marrón toda llovida.

– Ok. Aún así me siguen sin agradar las putas. Vamos a ver a esa puta.

Y entonces se levantaron los dos caballeros y cruzaron el parquizado de la escuela. Y ahio estaba el animal, un mentro setenta de alzada, gran barriga, gran pila de bosta debajo de la cola de un color verde brillante. La bosta, no la cola. La cola era una cosa de pelos largos cortados al rape a unos cuarenta centimetros, negra, hirsuta, un tanto tosca. El caballo en si no era gran cosa. Algo gordo, pesado y marrón. Había que conocerla para quererla solo apenas. En el lomo solía llevar a viejas en rehabilitacion con grandes sonrisas babientas del ocaso, lisiados, niños con paralisis cerebral. Ahora el caballo estaba en huelga con diez centimentros de intestino colgando del ojete. En los ojos habia dos piedras negras sin mayor brillo. Cuando vió a los dos hombres acercarse empezó a saludar con la cabeza como si estuviera picoteando el heno de el suelo de la caballeriza.

– Pobre cosita.

– Pobre nosotros. Mirá toda esa pila de bosta caliente, recién salida de adentro. Casi me da pena.

– Nosotros?

– El animal.

Héctor suspiro.

– Vamos adentro.

Y entraron. Era un animal manso. Lo que había tenido de salvajo lo había perdido en el picadero con todos esos contrahechos cayendose arriba de la cruz. Los dos caballeros se pusieron detrás de las ancas del animal. Un gran ojete muscular, marrón y apestoso. Había que ser un gran amante de los caballos para poder pararse delante de semejante espectáculo grotesco.

– Usted que dice, Ramos?

– O médico o balazo.

– Es lo que estaba pensando.

– Va a haber que catar.

– De profundis.

– Ok, que hay?

– Vamos con un cien pesos cada uno?

– Dale, querido.

Buscaron en sus bolsillos y pusieron cien pesos en el suelo.

– Ok, usted primero.

Ramos se pasó la punta de la lengua por los labios, se arremangó las mangas la camisa rayada y levanto el brazo en alto con un ademán importante.

Tito sonrió y dijo:

– Adelante, cuando guste.

Y Ramos metió la mano en la vagina de la yegua. El cuero húmedo y masivo de el sexo del animal se abrió como una flor asquerosa adelante de la fuerza de la mano, y ahí desapareció la mano, la muñeca, todo el antebrazo.

A Tito se le puso dura.

– Mirá como se abrió la hija de puta.

– Y está bien calientita.

– Me imagino.

– Está bien cocidita.

– Y a cuanto diria usted que se eucuentra la nalga este día?

– Unos 39 grados, tal vez cuarenta.

– Apúrese antes de que nos vean.

– Nadie querria ver esto aunque estuvieran adelante, y si estuvieran adelante tal vez tambien querrian hacerlo.

– está todo acuoso y pegajoso aquí dentro. Tal vez tengamos que operar.

– Valdrá la pena?

– es una pobre criatura.

– Una pobre criatura con su brazo adentro. Tan pobre no es.

– Que quiere decir, Tito?

– Digo que es por el bien de el animal que estemos acá testeando a la criatura. O se cura o va para mortadela.

– Tengamos esperanzas.

– Apúrese Ramos, me toca!

– Bien.

Ramos sacó el brazo. Era un asco. Pero un asco asco, un asco bien asco por el bien asqueroso de la veterinaria equina. El caballo no valía mas de dos mil pesos pero estaba adiestrado y esos niño paraliticos le tenian cariño. Cuando lloraban o se caían de el otro lado del caballo, TAMBIEN LLORABAN. No importaba que les dieras o le quitaran. Querían al animal porque eran las piernas y los cerebros que ellos no tenian, que los veterinarios no tenian. Si hasta parecia que no tener cuerdas vocales para poder a mandar a todos los seres vivos del planeta a cagar estaba genial. Y un caballo no podía hablar. Si un animal era de uso, uno podia hasta sentir algo por ellos, incluso mas sentimientos, o solo unos pocos, que por un ser humano. A un caballo se le podía atar, se le podia dar de comer, le podias poner riendas y cabalgar o solo pasear, alguna gente, a los mejores caballos, los hacían correr por dinero. Mucho dinero. Cantidades gigantes de dinero. En eso se diferenciaba un caballo de una tortuga, o una tortuga de una rata. Había una pirámide de animales útiles e inútiles, el primero era el hombre, por darle el sentido a los caballos y un uso pecuniario, en el fondo estaban las ratas y las ballenas, que no aportaban nada.

Tito tambien se arremangó, inspiró hondo y metió el brazo adentro de el equino. Entró como dulce de leche en una manga de repostería.

– Definitivamente está caliente aquí dentro. Me hace acordar a una novia que tive. Una vez le metí el tubo del telegono en la… ahí.

– Me jode, Tito.

– No, es verdad. Adaba por ahí el teléfono inalambrico y ella estaba abierta de piernas masturbandose y chorreandolo todo por todos lados. Fué divertidisimo. Entonces sonó el telefono y lo tuve que sacvar de adentro de mi mujer. Por suerte ya no tengo mujer. Telefono si tengo. Yo diria que tenemos unos… cuarenta y dos grados…

Sacó la mano de adentro de la vagina de la yegua y se limpió el brazo con una toalla sucia.

– Ok, momento de la verdad. Hey, de donde vienen estos caballos tan hechos mierda?

– De algun lugar muy lejos de esto que estamos haciendo nosotros.

– Sí, de un lugar menos oscuro.

– Y menos limpio.

– Y con menos música. Escucha, Ramos?

– No, que?

– Es el sonido de los ángeles…

– Tito, usted desvaría.

Tito sonrió con todos sus dientes postizos.

– Sí, estaba chamuyando.

Metieron el termómetro gigante adentro de la bestia. Marcó 39 grados y medio.

Ramos tomó los dos billetes de cien y se los puso en el bolsillo de la pechera de la camisa.

Salieron los dos mirando a ambos lados para asegurarse de que nadie los hubiera visto entrar.

Llegaron al quincho y le pidieron al mozo del mostrador dos cafés cortados con una medialuna cada uno. De grasa.

– Todavía tenemos que decidir que hacer con esa perra.

– A mi me parece que mejor lo dejamos como está, que se monten arriba hasta que se caigan al suelo hombre y caballo.

– Me refería a la mujer. A la obsesa, al íncubo con el sombrerito, a la hacendadita, a la Gran Zorra.

– esperemos.

– Si, esperemos. Y si no que se curta la hija de una gran puta. La odio.

– Yo tambien. Y odio todo lo que tenga que ver con ella. Que la manden a Alemania, que reciba sus premiecillos y cocardas. Que le den todo el champán y que se ahigue en su propia mierda.

– Nosotros sabemos mas.

– Y ella no sabe lo que nosotros estamos pensando.

– Tal vez lo intuye.

– Tal vez podemos matarla.

– Como lo harías, Tito?

– Le haría oler mis pelotas hasta que se caiga enferma y azul. Usted ramos?

– Yo le meteria un palo de carne en el culo hasta que se quede ciega de alegría monumental. En realidad la zorra no me vá ni me viene. Con mi Volkswagen me alcanza y me sobra.

– Pero Ramos, con eso no hacemos nada.

– Conozco un cabarulo donde hay minas mas enteras que esta cerda de Sandra Cohn.

– Tiene nafta el auto?

– Sí.

– Quedemos a las 23 horas. Hoy he mandado el saco a la tintorería.

– Eso. A las 23 horas. Cuando brillen las luces.

– Nostros, Ramos, cuando brillemos nosotros.

Se tomaron sus cafecitos. Eran dos dobles con muy poca leche.

LAS CASAS — abril 15, 2019

LAS CASAS

LAS CASAS

Dice la leyenda que la ciudad se fué de boca y se partió los dientes y nunca mas pudo ser linda.
Le pasó que un dia se puso linda. Se bañó se armó de libertad y le puso rejas a las plazas, los carriles se hicieron mas anchos, las bicicletas la lamian por todas partes mientras la ciudad se miraba en el espejo como si hubiera escalado la mopntaña mas alta del mundo. Sintió el frenesí de quienes se ahogan en felicidad y nunca se dió cuenta que la felicidad se recibe entre los pechos como una corriente de semen, cautamente, sin parsimonia pero con paciencia. Adonde había jóvenes criando flores en su cabeza las calles se llenaron de obituarios a lo que alguna vez fue hermoso y hoy es solo un castigo a la geometría. Yo la ví ponerse así. No tenia prurito en decir que lo que pululaba entrando y estrellando puertas adentro de su seno era amor puro y perfecto. Que todas las alimañas habian sido extirpadas de los hermosos sueños que alguna vez quiso soñar. Yo la ví ponerse así. Se pintó la cara cuando las gentes empezaron a inundar las calles con sus teléfonos, adorando y adorándose, y el cielo que la lamía con prudencia puso una cara de asco y adonde había estrellas solo hubo la ira de algún dios pobre y afortunado. De tanto que la vi hablar un dia se tragó la lengua con todos sus semáforos y sus cafecitos porteños. Las palabras solo estaban en boca de los viejos y las viejas que me acompañaron a travez de un hilo comunicador por las noches. Nadie había probado bocado, nadie se había hecho prisionero mas que de probados libros que se ponían amarillos. Ya no había juegos tontos entre los niños, solo los grandes que mantenian presos a los niños bebían latas de cerveza y en el cielo pasaban invisibles los meteorítos y los fenómenos naturales con los cuales solo algunos arqueaban las cejas. «Esto no tiene la menor gracia, no parece gran cosa, no se en que forma me modifica». Los jóvenes, chicos y chicas, con brillantina en el pelo en el medio de la cara de Buenos Aires, dejandose los dedos mochos picándose las narices con porquerías, quedándose rengos en tacos y caminares extraños. De vez en cuando algun denunciante con un piloto color crema ardía en las lomas de Parque Patricios. Les llamaban herejes. Vieron venir el gran cataclismo. Tenian las medias viejas y rotas y en las manos se le veian venas azules y manchas hepáticas, y cuando pasaban entre un gran tumulto los jóvenes, que no querian ver a su gran amor arrugado entre tanta gracia, los mataban a palos, los escupían, les instaban a que se fuesen. En las cunetas de los caminos ahi donde las luces ya no eran mas prominentes, hombres de hojalata examinaban sus brazos, buscando resquicios, grietas terribles, con sus cabezas de lata perforadas en la mollera, con los ojos llorosos, esperando algun nuevo puntapié cuando tuvieran el valor de volver hacia el enjambre. Viejas fortuitas, las clarividentes de todo lo que le pasó a nuestra estrella, agitaban los brazos hacia las nubes, sacando la lengua y rascándose los ojos, vestidas con andrajos, orinadas encima. Las veias como puntos negros en el azul de la noche sobre la Tierra, las pecas que hacían de el rostro infraterno un infierno insoportable. Las escuchabas clamar que vendrían a por nosotros desde el milagro en el cielo y desde el milagro afuera de las ciudades. Las máquinas encontrarían la salida otra vez a la alegría. Las estadísticas responderían las inquietudes vertidas en las computadoras, pero las computadoras ya no respondían mas que a las muy buenas nuevas noticias. Y las pocas ratas gordas corrian desesperadas leyendo los diarios que llegaban del sur y del norte con el viento helado, un viento tan frío, tan frío… un viento que caía desde mas allá de las terribles cornisas, diarios con la realidad hecha geometría, hecha triangulación en el espacio profundo, donde desde su grito pacto de redondeles!, los ayes suplicaban paciencia a los pocos que no pudieran ya soportar tanto, adentro de los loqueros, adentro de los salones de belleza, adentro de las aulas y las comisarías y los centros de atención espiritual. La caída. Tanta información, tantos colores, tantos catafalcos encargados a nuestros dias de la ciudad. Los veias venir en caravana al lomo de los ciclistas, uno, diez, cien y mil, todos los dias hacia los grandes agujeros que vieron mis ojos que también eran agujeros en la huella de los dias de la gente a la que amé sin que lo merecieran. Nunca hubo descanso hasta que empezamos a ver las chimeneas antes muertas escupir un fuego que no se veía hace mil años. Ellos habían vuelto a nosotros. Ahí donde pronosticaban la mejoría en sillones maravillosos, ahi fue donde plantaron la primer cruz arriba de la luz de neón primera. Pusieron el afiche de muerte adentro de una jarra muy grande con dos luciérnagas, un par de guantes de box y el diente de un santo en el fondo de la jarra. Miramos muchos días a las luciérnagas tratar de salvarnos. Perdimos la paciencia. El mensajero los habíamos vendido al matadero y el pacto había sido roto por siempre. El resto es historia de un hombre solo, pero eso no le importa a nadie. Abrí la puerta correcta para ver que habían abierto la puerta incorrecta. Mi denuncia se perdió entre cuatro paredes acolchadas. Ahora desde las bocinas suenan cantos de mis hermanos en el paraíso que en el otro plano excavaban la tierra en busca de algun alimento, aquellos que fueron escalpados por la docencia, por los ritos de las nuevas formas militares. Sigo, yo, con la radio prendida buscando nuevas señales. Casi todos a los que yo quería se fueron a los verdes del cielo evaporándose entre costumbres metálicas y matemáticas. Permanezco casi en total silencio. El solo respirar me vuelve loco de terror. Adentro de este armario solo somos yo y una polilla irlandesa con anteojos que me mira y se rasca la cabeza mientras con mi poco pelo se arma de paciencia de banjo para cantarme que no todo ha sido tan fracturado. Trato de creér, pero los escucho trabajar a conciencia, frotando y rumiando puertas con dientes de plata y acero, marcando con sangre las casas que aún no han sido diezmadas.

RED APPLE — marzo 1, 2019

RED APPLE

RED APPLE

Decian que cuando se le salió el espíritu se puso todo de un color ámbar, de el color de la luz que sale donde no se sabía que habia luz. Por lo general se sabía, si, que tenia muchos problemas para congeniar con la gente, que no tenia muchos amigos, la mayoria, dos o tres perdidos por ahí, medio dementes como él, que los veía muy poco.

– Tenia la cara hinchada, los ojos hundidos en toda la piel inflamada. Estaba gordo, mas gordo que lo normal de gordo de lo que lo conocimos.
– Y parecia triste. Apaleado. Las noticias que recibia era de espiasre el perfil de Facebook. Calaveras de colores, animales con dos cabezas y tres penes. Fotos de la niñez. Vi una que era él de chiquito y está con un poncho rojo, como un pequeño miembro de Los Chalchaleros, sonriente, con un chupete azul en la boca desdentada y el sol, ahi arriba en la cabeza, en el pelito pelirrojo.
– Yo tambien vi esa.
– Turbio, esa mezcla, lo deforme con lo virginal. Quien sabe que pasaba por su cabeza.
– Nosotros sabemos.
– Si. Fué mejor no seguirlo.
– Claro, uno no quiere decir que tiene nada contra los leprosos, pero mejor saber que uno no necesita tenerlos cerca.

Y yo tambien podía ver. Que buena que estaba la Delia. Si hasta parecia buena, con esa campera color beige para que no la azotara los vientos horizontales cortantes de Chacarita. Con ese pelo ondulado negro por los hombres, los dientes grandes y los ojos redondos y negros. Flor de petesdebe dar.

– La cuestión es que se nos fué – dije sin estar muy convencido de que queria decir yo mismo sobre lo que fuese.
– Bueno, pero la memoria queda. Y las canciones.
– La memoria queda no era un tema de Metallica?
– No se, no escucho mucho a Metallica.
– Buen tema, sí, buen tema.

La yugular gentil, delgada, con sangre joven y sana, alimentada a fuerza de bombeos de un corazon que se alimentaba principalmente de vegetales hervidos y tiernas harinas de mandioca. Me dieron ganas de llorar, pero tal vez fueran las pocas flores escupiendo esa esencia en el aire de la sala de velatorios, o la mala luz.
No sé quien diseña las salas de velatorios, pero siempre tienen esa luz amarilla, los vidrios esmerilados. Te dan esa tonalidad cuasi cremosa, tan cremosa como el cutis del finado, esos tonos cianóticos en las paredes tan lívidos como la cara de el por siempre dolido.

– Si, esa que decía «But the memory remaaainsss…».
– A Fer le gustaba esa?
– Le gustaba mucho ver los documentales de bandas de rock, de escritores malditos, de gente que se sobreponía a cosas. Las historias de la guerra… siempre estaba comentándome como habían venido los abuelos de Alemania huyendo de la guerra, de la persecución de judíos en las dos primeras guerras mundiales, aunque no me sabía decir exactamente cuasl de las dos… de como la madre lo callaba todo porque era una ortiva de ojos azules y nunca se abrió con él. Fer queria saber mas e ir un poco mas allá, saber los secretos de la gente, de por qué le dolia la sangre como le dolía… puro drama, siempre, inbancable…
– Che, hablemos mas bajo, a ver si nos…
-… escuchan…
– …Pero nunca entendió que tener secretos es la gran salsa secreta de la hamburguesa de la vida es esencial, y que nadie tiene ganas de que le anden tocando las pelotas con esas cosas profundas. No se llevaba bien con su flia. No veo a muchos aquí. No hay fotos de sus hermanos dando vueltas por ahí.
– Si las hay. El hermano era igual que Fer, se llamaba Germán, era igual pero flaco y apuesto. Mucha barba. Ojos juguetones. Él lo queria mucho. Decía que se respetaban con distancia y con un debido silencio. Probablemente la única persona a la que no le rompió las bolas.
– Pobre chabón.
– El hermano?
– No, el finado. Bah, el hermano tambien.
– Sí… bueno, no? Ya.

Le dí un sorbo a la taza de café. Hasta hace un rato estaban dando rondas… una empleada de la casa, pero hace rato largo que se fué y no pienso ir a esa maquina maldita. Ni siquiera sé como operarla. No da para pelar un bocadillo. Ya bastante Bocadillos hay en esa caja marrón ahi parada. Hay algo en el aire. No hay mucha gente llorando. Es mas raro. Hay gente que está muy trabada. Es como una cuestion de sobreponerse a un TRÁMITE. No estoy muy seguro quienes son los pocos que andan por acá. Parece un velatorio pobre, tanto de ataudes como de gente, gente liviana. En algunos funerales hay un sentimiento de que el finado ha cumplido con la tarea de honrar la vida, pero en este… Y me da miedo porque uno no puede ir por la vida esperando tener un funeral de mierda o un entierro de mierda o estar destituido de una mujer, por lo menos una sola!, má si, que llore cuando bajen el jonca.
Me doy vuelta hacia Delia.

– Por lo menos se sacó las ganas de hacer canciones.
– Sep. Casi dos mil canciones solo en Bandcamp.
– No tenía trabajo.
– Tenia una jubilación por discapacidad.
– Ojalá le alcanzara.
– Andaba por ahí vociferando que dormía al lado de agujeros en las paredes llenos de agua.
– Dicen que había fotos online.
– Efectos especiales de un poeta sensiblero.
– Era un primitívo.
– Vanguardia de la retaguardia.

El vasito de café blanco. No se por que el otro dia escuché que todos los pedazos de plastico producidos en la historia del hombre aun están presentes en la tierra. La mayoria no son biodegradables. Esas cosas se juntan y ocupan un espacio. Los que flotan en el mar terminan en un vortex en la mitad norte de el Pacifico. Una zona muy especial, como un claustro, una superficie entre corrientes en el Pacifico norte. Los marinos mercantes cuando pasan por ese basural descomunal pueden estirar la mano y apagar los cigarrillos solo estirando la mano por la borda. Es como un mar de mierda de revolvedores de café que da vueltas sobre sí mismo como una galaxia de mierda y vómito. Nadie lo ha podido limpiar. Es como una gran, extensa obra de arte compuesta por desechos en un mar maravilloso de escombros de la estupidez humana. Warhol y Rauschenberg nunca imaginaron semejante cosa. He visto fotos de ello. No me gustó lo que vi, pero me siento cansado y no dejo el vasito de plástico en el tacho en el descanso de la sala, sino que lo dejo en un borde de una ventana, una ventana donde brota hacia el suelo en un angulo oblícuo una luz prefabricada. Me siento mal, enfermo. No era un mal tipo, pero era un tipo que vos no podias amar completamente. Me daba la sensación que a veces uno le contaba cosas y con esa información, Fer te acicateaba constantemente, empujándote a la incomodidad. Como si metiera el dedo en la llaga. Por que la gente que es mas o menos gente siempre te mete el dedo en el culo? Por supuesto uno no quiere ver esa llaga, uno no quiere fajar a los padres o hacerse un maniático engullidor de pastillas, pero uno lo hace, en la privacidad de su vida, como cualquier hijo de vecino, mal vecino en este caso, pero cuando Fer se hacía tu vecino vos estabas contento y excitado pero tambien a flor de piel porque no te daba tregua, siempre preguntaba. Y como estas? Te sentís bien? Estas bien? Cuando te preguntaba si te sentías bien, AUTOMATICAMENTE TE SENTIAS UN POCO MAL. Y eso él no lo entendía. La gente tiene que andar con cuidado como si fuera un enfermero en un hospital. Todos estamos un poco en un hospital y por ende el enfermero, el que atiende a los enfermos y a los recuperantes, debe mantener su compostura profesional, o no? Es menester, casi una obligación. Hay que prestar atención a la fiesta particular de uno. El queria saberte un poco mal para que el se pudiera sentir acompañado en su aflicción. Eso lo sé ahora. Eso está llanamente mal.
Ya no estaba entre nosotros. Ya estaba hecho uno consigo mismo afuera de este teatro ridículo de vida.
3500 canciones. Yo ví las cajas de casettes. Siete u ocho, ochenta mil cajas de todos los colores. Cada una tenia unos treinta casettes. Los movía afuera y adentro de un armario para secarlos de la humedad de las paredes.
Sí. Era verdad.
Que buenas gambas que tiene la cerda de Delia. Me muero por cogérmela por la boca ya mismo. Me cago en esta farsa.

Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando.

La miro, a la Delia. Estamos en una cápsula, en este lugar. nadie parece conocer mucho de nadie. Veo a una morena un tanto regordeta, hoyuelos en la cara, amable. Un gringo alto, rubio, con una niña. por lo que escucho parecen estar los primos, son corteses, se guían por el protocolo. La que llora un poco es novia. Parece que está a punto de explotar como una olla de puchero. Hay gente mas vieja, unos pocos. Se mantienen enteros. Hay una mujer mayor que se ha quedado parada a unos metros del féretro. Me da la sensación de que esos ojos tristes ya venían tristes desde hace ya mucho antes que este día. Por supuesto, está la madre. Ojos de acero, inflamados. Pequeñita y rolliza y orgullosa. Es ella. Esa. En calzas y pullover.
Nunca voy a poder quejarme lo suficiente de la iluminación en las casas de sepelios.

– Sí – reanudé. Tres mil o cuatro mil canciones. No paraba. Era un poco incómodo de ver todo lo que sacaba porque las canciones…
Bajé la vos, estaba hablando muy alto.
– … las canciones eran muy tristes.
– De que hablaban, al fin y al cabo?
– De esperar supongo. Cuando la vida te pone en una silla a esperar a que la vida venga, sacas esas canciones.

La miré a Delia. Nos paramos, o yo me paré y ella se paró conmigo y fui a fumar un cigarrillo afuera.
Prendí el pucho y le dije a Delia: vámonos a la mierda.
Llovía muy fino. Parches de nubes intrascendentes casi incoloras.
Pensé: debería haber hecho la cama, dejé un revoltijo enorme lleno de pestes entre las colchas.

– Delia, nos vamos a la mierda?
– Sí.
– Entramos a saludar?
– A quien? – , dijo Delia

Y tenía razón.
Vi hacia la puerta de la casa de sepelio y un viejo que estaba tambien a punto de espichar manguereaba el garaje de la casa de funerales. Tenía un par de zapatos de cuero marrón doblados hacia arriba, furiosamente, tal vez de tanto inclinarse a dejar este mundo limpio y presentable, y al lado de él había un macetero que parecía una gran flor de piedra, y dentro de el florero había flores hermosas, de todos los colores, intactas y perfectas y me dí cuenta de que eran solo flores de plástico.

– No hay nadie a quien saludar.
– Nos habrán visto irnos?
– Ellos tambien quieren irse, por ende solo pueden callar.

Por un momento pensé en el cuerpo adentro de el ataúd. Seguramente frío. Levemente exudando en su quietud dentro de el modesto ajuar.
Nos fuimos. Cuando llegáramos a mi casa haríamos unos mates y hablaríamos mas bajo que en el funeral de Fernando. Cuando cayera la noche, tal vez Delia me chuparía la pija.
Y si no lo haría el día siguiente. Probablemente solo durmiera conmigo esa noche.
Iba a tener que trabajar fino, pero no tanto.
LAS MANOS QUE TE GUARDAN — febrero 19, 2019

LAS MANOS QUE TE GUARDAN

LAS MANOS QUE TE GUARDAN

Mis paseos por plaza Once son muy breves. Por lo general son los sàbados hacia lo de mi madre. Suele suceder, extrañamente en un dia nublado. Probablemente, ese sàbado, llueva. Tenuemente. La clase de lluvia que empapa lentamente el pelo y entumezca los huesos paulatina y obcecadamente. Ese dia no llevo gorro o sombrero. Mascullo, me pesan los hombros. Maldigo. En Plaza Miserere la pululancia de sujetos de la clase trabajadora. Bulliciosos, locos, por trabajos que nadie quiere y que solo una clase de hombres, bajitos y de tez morena, sobrevivientes del conurbano, pueden soportar. Es un dia de escape, y de prisiòn. Ser negro y estar mal pago te lleva a un ritmo cansino pero tenaz. Lo he notado en los vendedores de la calle, en los manteros, en los peruanos, en los senegaleses que estoicamente esperan hablando entre ellos a viva voz mientras la gente pasa y escucha su cantarino y hermoso lenguaje caliente. Algunos son viejos. Tienen la barba de tres dias, blanca, las pupilas y el iris casi blanco. Han venido de muy lejos. A veces sonrien y todo el dia parece iluminarse con un fulgor breve e intensìsimo. Me dan fuerza y un poco de coraje. Han venido de muy lejos para probar mejor suerte en una America donde las maquinarias industriales y morales no funcionan. No son tontos y ya lo saben. Es invierno, hace frio, y despues del invierno vendrà otro invierno. Relojes, anteojos pirateados, pulseras de oro y nìquel, pantuflas chinas con corderoy dentro con motivos andinos.

El cielo gris y el aspecto gèlido del todo lo bañan esta tarde. Asì fue como tomè el 32 y pasè una tarde casi relajada. Volvì medio hombre, como de costumbre, de vuelta a casa ( casa? Que es eso?).

En el viejo y querido 32, craqueteando, carreteando sobre la bordona calle del Riachuelo, unos vericuetos cerca de la villa de ladrillos naranjas de Valentin Alsina y subir entonces el puente con su viejo motor en tercera marcha mientras todo el chasis y la carroceria tiemblan como un epilèptico convulsionando. La brea y el cromo en el aire saliendo en grumos casi sòlidos al aire y bañandolo todo en las faldas de Pompeya, y las luces, y lo inhòspito de un barrio costero, un barrio costero a un rio de mierda y càncer, y la bajada del puente ya con el motor del colectivo mas relajado, respirando un poco, el chofer que quita el piè del acelerador con evidente enojo, listo para dar mil vueltas por donde no lluevan las balas. Unos cuantos pasajeros mudos, desacelerados, como figuras de arcilla, en campera, en gorros, desgastados la tela y los esqueletos, los hàlitos de vida.

Resisten, como yo. Algunos estan locos y tienen hijos a los que volveràn locos.

El mundo de mañana serà mas dificil que el de hoy.

Y las vueltas, pasando por el costado del Hospital Penna por la avenida Sàenz, y dejando atràs los pocos vestigios de civilizaciòn. La casa Reschigna con sus guitarras baratas en la vidriera. El gimnasio con el cartel despintado oxidado que promete una vida nueva con un cuerpo de acero. Las boticas de artilugios de dos pesos. Un kiosko nocturno con la puerta enrejada donde un empleado receloso de su cabeza expende cigarrillos a una figura calva y de baja estatura que se para delante de la reja como si fuera a dar un gran salto sobre un apacible ciervo o tajearle la cara a la luna.

Pienso cosas raras en este trayecto y a veces enjugo lagrimas, otras veces puteo. Los dientes se me aprietan, a veces se parten. Una vez en mi departamento tomo calmantes para el dolor de muelas: me duele toda la cara, los calmantes ayudan a alguna parte de la cara y no me quejo. Estoy acostumbrado.

El colectivo llega a plaza Once. Cinco pasajeros y yo, mas el chofer. Llueve intensamente. Corro hacia el puesto de panchos que tiene el alero de membrana plastica, un toldito rantifuso de color azul hecho con la manta protectora del alguna cuadrilla de obreros gasistas del gobierno actual. Me rasco la cabeza y el pelo no se levanta, està pegado al craneo por la lluvia àcida y fria. Bruma y viento. La plaza està desierta ahora, todos han corrido a otro lado, a otro infierno menos mojado y menos amenazador. El sonido de las llantas silbando pasando sobre el agua, huyendo, el frio de las luces de baterìas de los autos, autos cochambrosos, solo eventuales a una noche cerrada y ortiva que todo lo consume excepto a los que puedan caminar o esconderse en algun vehiculo. Un taxi negro y amarillo toca una bocina y un hombre se zambulle adentro. La vida se termina por un breve momento y recomienza cuando dos botijas se ponen a mi lado. Intuyo un golpe. No llega. Usan gorras blancas de Nike y uno de ellos, cetrino y huesudo, tiene una herida cortopunzante en el pòmulo cicatrizada hace mucho tiempo atràs. Me sonrìe. Le falta un diente frontal o està roto. Hay un espacio vacio ahì y algo sale de dentro, un sibilar de serpiente, maleducado, torpe. Siento una debil punciòn de muerte. Es el miedo. Me importa. Solo quiero llegar a casa a por una ducha caliente.

Tengo un kilo y medio de limones y mandarinas en una bolsa y un paquete de fideos.

– Estan ricos los panchos, amigo?

No estoy comiendo un pancho. Ya conozco la cantinela esa. No soy tu amigo. Pienso, no soy amigo de naides. No me requieren. No es en realidad un pensamiento sino un sentimiento de arraigada verguenza, encarnada en mi infancia, hecho de hebras fràgiles y perennes.

Los miro a los dos.

Esta vez nò.

El de la cicatriz alzò una mano y sentì una nausea en el alma. Me toca el hombro. Demasiado cerca. Pongo mi mano en su pecho y me lanzan una cachetada. Retrocedo dos pasos. Quisiera escupirlo. Pero salgo corriendo afuera del toldo hacia el centro de la plaza, debajo de la lluvia y dentro de la bruma. Doy vuelta al monumento a Rivadavia, pergeñando un desencuentro. Me resbalo a los veinte metros. Tengo mas de cuarenta años, fumo cuatro paquetes de cigarrillos por dia y mis rodillas estàn hechas de plastilina. Me raspo una mano al caer y seguro sale sangre, y el agua de lluvia y la mugre de Balvanera entran en mi torrente sanguìneo como un beso caliente. Mis tobillos no responden, estoy descolocado. Siento miedo porque mi cuerpo no encuentra salida decorosa y hàbil a esta cagada. No estoy motivado. No tengo razones para ganar o perder.

Me doy vuelta sobre mi trasero mojado y recortado contra las luces de gàs de los postes veo sus dos figuras, gemelas, peliculescas. De hecho, no he visto peliculas con gente como ellos: la pobreza y la maldad, cuando van de la mano, solo puede ser representada mientras entra en otros cuerpos a travès de los ojos sino a travès de los cuerpos. Ahi se hierguen ellos, ahi he caido yo. Recordè esa frase de «ahì te mueres, ahi te secas». Se trataba de algo sobre los mineros de el desierto de Atacama. Estamos lejos de Atacama.

Una de las figuas negras mueve el pulgar y una navaja crece repentinamente de entre sus dedos. Un brillo dèbil ilumina uno de sus ojos y veo que no hay ojo siquiera, solo una cosa opaca, pètrea, insondable. Hay gozo en su silencio. El otro se acerca y me pega una patada en el costado. Cerca del hìgado o cual fuere el òrgano que me duele. Me duele mas la crueldad. Es como estar en el patio de escuela otra vez, pero con un cuchillo muy cerca de la nariz.

– Dame la bolsa gato, dale!

Trato de patearlo. El botija se agazapa y me tira una dentellada con la pua. Me rasga el jean. Toca mi piel. Le arrojo la bolsa y las mandarinas ruedan por el suelo de cemento mojado. Brillan casi naranjas. Se la hago dificil y me doy cuenta. No se va a agachar gentilmente a recogerlas.

– Dame plata la concha de tu madre. Y dame la campera. Dale!

Mi cuerpor y el de ellos es lo unico que hiende la bruma impenetrable y el silbido de las civilizaciones, esta o la de cualquier otro planeta, que callan para observarnos.

– Tomà, aca tenes. Forro… de mierda. No te zarpès, loco.

Ruego.

Meto la mano en el bolsillo, reculan los dos unos diez centimetros, relojeando por algun vigilante presente. No hay nadie. La ciudad esta noche no funciona. Hay que zafar.

Su mano fria se mete en la mia y se hace doscientos pesos. Monedas por el suelo, bolsillo roto. Es como la pata de un ave rapàz.

La garra fria àspera en mi mano caliente. Me da un puntazo en la frente, de regalo. Nada grave. En mi proximo viaje a la India a ver al dios Brahmaputra, lo cubriran con ese circulo naranja que todo lo bendice. Por un precio acorde.

De pronto soy un ciervo.

Y mi frente se abre.

– Chau tonto.

Y los dos, como accionados por un resorte hacen dos pasos paralelos al monumento con los restos de Bernardino Rivadavia.

No llegan muy lejos.

Vi sus manos. Uno a veces no cree lo que ve porque uno es bajo y zafio y un hombre vulgar.

Educado por tutores y adultos responsables làbiules. Cientos de miles de hora de mala televisiòn y las falacias de Disney.

Dos manos. Como hechas con alguna especie de arbol del color de la arena. O una arcilla, fina y sòlida.

Los cuellos de ambos se retorcieron y pude escuchar el aire de los pulmones de ambos botijas ceder al reflejo de la respiracion, y recortados contra las luces mortecinas de la plaza los vi alzarse en el aire. Estaban muy alto, casi recortados contra las lunas artificiales de los postes de luz. Eran brazos largos y finos, hechos de las arenas del principio de los tiempos, y los brazos estaba conectados a un cuerpo longilìneo del mismo color de las cortezas mas añosas, y sobre el torso fracturado y mohoso, una cabeza saliendo de entre la niebla purpùrea y casi solida. Ningunas facciones discernibles. Solo altura y tal vez fuera yo mismo el que exudaba un extraño vigor elèctrico y una angustia. Eso, una angustia. Una indecisiòn muy profunda.

No era humano. No conozco o he visto nunca un ser humano de unos tres metros de altura. No he visto nunca eso, y no lo estoy viendo ahora y no lo volverè a ver nunca mas, desde la esquina del monumento tumba, sin piernas aparentes, sin consistencia aparente, sin tangibilidad aparente. Solo un loco. Solo un loco puede ver esto o vivir esta vida extraña mia y no hay vida real en el ser que aprieta mas y mas con unas manos enormes los cuellos de los botijas, que se retuercen como gatos en una bolsa de arpillera. Yo no respiro. No puedo correr. He dejado de existir por un breve momento. Y entonces, los fisuras dejan de moverse y sus esqueletos secos en sus pantalones de jogging de tela de aviòn caen al suelo cuando el ser de otro mundo abre sus manos, con una imponencia letànica y una solemnidad de otros tiempos que nunca podrè ni querrè describir y nombrar. Y esos dedos fulguran con el hielo seco de el aire mojado, y las ordas gotas de lluvia caen en el silencio y todo se ha mandado a callar excepto el agua, el agua… Miro hacia arriba y en la cabeza del Gòlem no hay pòmulos u ojos o cicatrices o facciones. Solo un hueco. Un hueco de las arenas del tiempo donde aquel desdichado que se haya levantado con el pie izquierdo esa noche podrìa hundirse. Ser tragado. Ser absorvido y simplemente ser diluìdo, esfuminado, aplacado certeramente de la maldiciòn de alguna mala estrella.

Cierro los ojos mientras me orino encima.

Me cubro la cabeza, listo a ser el proximo. Escucho un ruido sordo. Despuès, solo silencio.

Desde detràs de mi mano veo al el Gòlem desaparecer entre la niebla y los pocos àrboles de Plaza Miserere. No entiendo por que no comprendo como pueden mezclarse el humo y la niebla y el tiempo o cualquier otra cosa. Ya no entiendo el pavimento, el viento, el frio, la lluvia, los caramelos de la niñez en el kiosko de Fernando. No hay padre y madre. Mis rodillas estan muertas. Gateo hacia donde el Gòlem graciosamente desaparece cansinamente dirigiendose hacia la avenida Rivadavia.

Cierro la boca, porque los dientes se me hielan, y la visiòn se me tuerce y me doy cuenta que no puedo controlar mi cabeza y mi cuello y mi reflejos de defensa. Caigo al suelo otra vez.

Escucho un sonido y veo a alguien parado detràs mio. Es una viejita cachuza, emponchada con una campera barata y con las manos a los costados. La cara ajada, los hombros vencidos. La mandibula le cuelga. Mira hacia la avenida. Solo arboles empapados y mustios.

Me limpio la canciòn sanguinolienta que es mi frente, el agua, el sudor helado. Los botijas no se mueven y las gotas gruesas de lluvia empapan sus cuerpos delgados, ahora inservibles. Casi siento pena por ellos. Sacudo la idea de la pena con mucho esfuerzo.

Levanto la cabeza la vieja y le pregunto si lo viò.

– A quien?, – me dice la vieja.

– Al que los agarrò.

Y la vieja pone cara de tumba y me dice:

– Yo nunca veo nada.

Le creo. No tengo ya humanidad que me reste, pero le creo.

A lo lejos, del otro lado de la plaza, las luces azules de la patrulla.

No hay manera que pueda explicar nada. Es creer o reventar. No hay nada que hacer. Es como cuando mi abuela me decia que no mire el bowl mientras ella preparaba la mayonesa porque sinò la mayonesa se corta.

La sirena se hace mas fuerte y empieza a llover mas fuerte como si toda la ciudad estuviera mojada por el fuero mas interior y fuera a reventar.

Buenos Aires siempre fue un mal lugar para estar.

Desde el vamos.

Esta noche tuve un poco de suerte y algo màs. No se lo dirè a nadie. Ni siquera detras de esta botella de vino, amigo mio. Hay lugares precisos para la gente que vè fantasmas y que anda por ahi pregonàndolo a cada gil que se preste.

Corro lo mas rapido que puedo en el sentido contrario de las luces azules. Por un segundo miro para atras y la vieja me mira.

Se que està mintiendo, pero al mismo tiempo, mientras pierdo la cordura esta noche y todo se nubla opinadamente, sè que alguna gente sabe que si vas a amar un montòn, tambien vas a mentir un montòn.

Pero eso vos ya lo sabìas, no?

OK, CONFESSION TIME — febrero 16, 2019

OK, CONFESSION TIME

Ok cofession time.
Estaba viendo una escena de Boogie Nights. La peli sobre los actores porno. Todos saben que termina todo mal. La cuestion es que en esta escena esta Rollergirl en la escuela y le dan una prueba para hacer. La mina está completamente perdida. No puede ni empezar. La cara de terror y extravío es patente.
Entonces se me dio por pensar que a mi me pasó lo mismo. Y que mi resentimiento y mi escicion interior que tanto me hace sufrir, que me dejó a la intemperie mental, que me alejó de mis amigos y de mi seres queridos, que me hizo un adulto recluso y enfermizo… eso me pasó a mi.
Si alguna vez queres indagar el por qué soy tan huraño a veces, tan introvertido, tan triste por dentro y con esta cara que no termina nunca de encajar, preguntame que fue lo que pasó en el colegio. Por qué me la pasé cinco años siendo expulsado de cuatro colegios diferentes.

Fué terrible.
Yo me sentaba en esos bancos centenarios y no había ni una sola palabra que hiciera eco de lo que estaba sintiendo. Los profesores y profesoras, hartos de todos los pendejos del mundo, dictando lacónicamente palabras que no podía procesar o darle un significado concreto dentro de mi tortura interior. Compañeros canallescos y crapulientos. Escuelas que hedían, pasillos fantasmagóricos, sonidos saliendo de las bocas de los alumnos que aun hoy en día solo puedo mascullarme a mi mismo que eran terribles, tristes, desencajadas… y que yo también lo era. Una persona mas perdida en la picadora de carne humana de la mas baja de las educaciones publicas. Las clases eran aburridas. Mi comportamiento desaforado era castigado con amonestaciones que se apilaban una arriba de la otra. Situaciones ridículas, humillantes. No eran gente de escuela, no eran rectores o profesoras. Eran personal de centro de detención clandestina, jovenes y viejos, autocomplacientes y destituidos de alegría en su profesión. Ahora que yo mismo soy un viejo los entiendo mas, tambien entiendo que se morían por morirse y morir a otros también. Estaban todos chiflados y hartos de tener chicos y chicas a los cuales les importaba un carajo lo que dijeran. En casa todo estaba mal, nuestros padres estaban tristes o exasperados de como iban nuestras vidas y las de ellos, preocupados y hartos de nuestro desinterés, padres que ya bien entrados en la adultez tampoco tenian respuestas a sus propios problemas incluso muchos años despues de haber dejado la etapa de formación academica, si es que tenían alguna. Querían que fuéramos mejores que lo que ellos habian resultado, eso, o querían que fuéramos como ellos. Yo nunca odié a mis padres. No me parecen ni santos ni demonios, incluso cuando han pasado muchos años desde que los tengo cerca, o lejos, según se mire. Ir al colegio no era mas que una retahíla de imprecaciones, de comentarios mordaces por parte de uno y de otro. Lo llevabas de tu casa a la escuela, de la escuela a la calle, de la calle otra vez a la escuela y cuando volvías a tu casa, mis padres no me preguntaban que es lo que habia aprendido… porque sabían ellos mismos que en la escuela uno no aprende nada de nada. Es un habitat de transitoriedad, y nada mas. Crucial, eso si. Separa a los sinceros de los perdidos, los exitosos de los supuestamente concernientes. El que pasa de año, pasa de año, el que no… Dios te ampare. Los profesores no gustaban de nosotros, y a mi me parecían irrelevantes y exasperantes. Hay gente que puede estar parada por cinco horas en una esquina y pensar que la vida es maravillosa. En eso si te prepara la escuela, vas a hacer lo mismo por treinta o cuarenta años, callate la boca y tratá de ponerla con alguna amiga co-trabajadora. Las clases me daban sopor, angustia, sueño, sincera desesperación.

Ya en primer grado me quedaba dormido, knock out técnico en el primer round a media mañana, hecho trizas de angustia, los profesores sabian que algo estaba mal conmigo. Me miraban con precupación meliflua Solo algunos, principalmente en los primeros grados de educación primaria, se preocuparon por mi. Yo arrastraba la separación de mis padres y un enrarecimiento brutal de el ámbito familiar. Mi padre tragaba pastillas a dos manos, mi abuela era genia y abnegadísima, aguantadora, de la Guardia Vieja, habiendo pasado hambre y frio en su juventud. Mi tia se empecinaba en darme todos los juguetes del mundo, en balde, yo queria algo mas y algo menos… una charla franca, todo se ocultaba debajo de la alfombra, la mugre, debajo de un pseudo tratatmiento psicológico de netrecasa macartiano; mi hermana por ahi andaba, mis tios eran geniales, habia de todo… pero  la onda era: no se habla de tu madre. Mamá estaba ahi detrás de una cortina justo al lado del extintor de incendios. En el rincon donde se baja la escalera en el pasillo, en el espacio negativo de los ángulos familiares, las fotos, las fotos….

Cuando iba a su casa, volvia aterrado. Mi madre me daba terror. Es la persona mas cruel que he conocido, todas las crueldades de la vida, en mi alma, se mide en los ojos azul grises inclementes de mi madre.

Y entonces, tener 5 años y escuchar que sos un pequeño genio, pero el pequeño genio se queda dormido en clases, llora, se distrae, se ahoga en su camisa y corbatín, entonces este niño que aquí  escribe tragando humo azul del cigarrillo empieza a tomar «unas gotitas» que le receta un medico porque, como todos sabemos, es el niño y no la familia el que está enfermo. Rodeado de babas y de colores, y en la escuela me tiraban de las patillas adelante de mi abuela, en la calle y en clase, y mi abuela le decia a mi maestra: «Muy bien, la letra con sangre entra!», y yo gritaba, desesperado por los castigos físicos de estas putas lesbianas reprimidas que reian sus dientes podridos desnudos abajo de un sol que nunca me ayudaba.

A la vieja usanza, la Guardia Vieja.
Las mismas putas y putos que castigaban a mi padre en las piernas poliomielíticas en el colegio Don Bosco, que se metan un palo en el culo el clero y los hombres santos.

Al entrar al secundario, estaba completamente alienado. Pasó de ser una experiencia refrescante al principio. las primeras horas. El primer dia de el curso introductorio de el Carlos Pellegrini, me pusieron cinco amonestaciones.

Ese fue mi primer dia de clases en el secundario!

La cosa empeoró. No es que hubiera algún atisbo de concepto de educación especial. Yo no sabia que habia escuelas mejores que las que me mandaban. O costaban mucho dinero. En el mundo real, si no tenes dinero no te podes pagar una buena experiencia estudiantil. Vas a parar al fondo del tacho de basura de los colegios a los que nadie quiere ir porque vas a estar rodeado de otros energúmenos a quienes no les interesa estudiar, terminás con los idiotas cuyos padres se quieren deshacer de sus hijos por seis horas al dia, lo cual ya de por si, para ellos, es un milagro. No se donde está esa gente con la que fui a tantos colegios.  Sus nombres, no los recerdo. Si recuerdo haberme encontrado con tres o cuatro a los que si les interesaba pasar de año y recuerdo sus ojos, eran ojos de desprecio, de asco, de miedo, y también había en sus ojos la sincera resolución de salir de ese infierno de cinco años del cual yo no pude salir nunca. Espero que ellos hayan triunfado, porque sé a ciencia cierta de que hay gente maravillosa ahi afuera que con carácter y con un corazón sencillo pero determinado, pudieron hacerse adelante en la vida. A ellos les debo este recuerdo, y mi respeto. Y si pudiera volver atrás, me hincaría en el suelo y les pediría perdón por reirme de ellos. Les mostraría lo que soy ahora, lo cercenado que estoy, la fragilidad de mi mente, mi sufrir del día a día, y probablemente solo dirian: «Ok», y seguirían su camino. Es la forma que debe ser.

Y eso me hiere, y me da una vergüenza insondable.
Pudre mis manos para dar, y achicharra mi alma. y yo quiero dar.
Pero nadie me llama, todos estan ausentes, cargo con esta casa en un barrio de mierda donde todos es un escupitajo en el rostro, el lugar donde moran felices los idiotas y los soretes.
Algo que se me ocurre es que entre la edad de catorce y dieciocho años, no solo no estoy muy seguro de donde estuve, sino que creo que no fue ningún lugar bueno, para mi o para mi familia. No hay fotos de la familia conmigo en ese período. Recuerdo esos años vagamente, como una nebulosa dolorosa, ambigua, de caras desencajadas en el hogar, de alfombras raídas y de inviernos ambiguos y angustiosos, sin carácter, sin personalidad, sin mucho de la mística que llegué a ver en los setentas hasta los mediados de los ochentas. Algo se pudrió en mi, ahí mismo, algo que me da mucha vergüenza decirlo. Pensarlo me duele sin más. Hubo algo en esos años, una indeterminación, un enrarecimiento negro, una deseperanza magnánima, un dolor muy grande en el seno del hogar y creo que yo fui responsable de muchas angustias en mi padre, que no andaba muy bien mentalmente el mismo, que digamos.

Los positivistas y la gente a la que le ha salido bien y te dice que podes hacerlo como lo hacen ellos me chupan la pija. He intentado, he rogado, he mendigado, he levantado colillas de cigarrillos del suelo para mantenerme sin deshacerme, en una sola pieza, seguir caminando, no funciona. Cargo un cáncer letal adentro mío.
He tratado de todo. Excepto hacerme evangelista, he escuchado textos, libros santos, metodos de confianza, dietas, músicas nuevas, solo encuentro solaz en la música y en la reclusión.

Tengo una mujer al lado, ella es todo y más.

Si bien hace bastante tiempo vengo pensando que lindo hubiera sido tener hijos, por otro lado debo felicitarme por poner mi semilla en cualquier lado menos adentro de una mujer.
Darle un espectáculo lamentable y dantesco a una criaturita sería el colmo de mi fracaso.
Estos dias anduve muy down. Digamos que ando mal. Los fines de semana me pongo paranoico y triste, me quiero ir de este barrio. Me quiero ir lejos y nunca volver. No puedo vender el depto porque las expensas son muy caras (7.600 pesos)(230 dólares – 2019), entonces nadie quiere comprarlo. Lentamente se ha convertido en un ghetto, en un meadero a cielo abierto de barrio. No es lo que era. Si me empujás a decir sandeces, casi te diría que es un barrio diabólico. Sucio, hostil, la gente chupa birra y toma drogas en la calle a plena luz del día.
Es un desfile incesante de zombies bastardos perdidos en un mundo donde solo se trata de cobrar el suelo y garcharse mujeres con corazón de culo de cerdo.
Mean en la calle.  Yo meo sobre el meo de ellos.
Una cosa animal, vistes vos?

Una vez al año veo niños jugando en la calle.
A las ocho, la gente saca a los perros a cagar y mear, lo hacen todos al mismo tiempo, así que siempre a la misma hora se escuchan ladridos y aullidos de perro y peleas perrunas al mismo tiempo que cae la noche. O sea, si tu eres feliz, veras esto como un detalle picaresco, para mi, es el preludio al terror de la noche. Solo a la madrugada me siento acompañado precisamente porque cuando todo el mundo está borracho o durmiendo, yo estoy trabajando en mi música y en mis poemas, cuando ellos duermen, yo sueño despierto.
No puedo ofrecer mas que mi cuerpo anónimo a la noche, no puedo ofrecer mas que mi mente al silencio sin rostro de la noche.
Si podés, vení sacame de acá, no tengas miedo de mí. por vos, yo voy a mover montañas.
Para algo te tengo que servir!
A veces siento que soy Van Gogh escribiéndole cartas a su hermano Theo.
Estoy muy triste. No puedo salir de este barrio. Estoy atrapado.

PERRAS — diciembre 30, 2018

PERRAS

De mañana: pienso en sexo.

De tarde: sexo, pienso en.
De noche. pienso en sexo.
De madrugada: sexo.

Todo el puto dia y toda la puta noche caliente.
Festival masturbatorio.
Cuando voy por la calle me doy vuelta para ver a todas las mujeres. O sea, es tan obvio…. Mi cuello ya tiene capacidad de giro de 720 grados. Soy como un puto periscopio humano escudriñando sin casi ningun tapujo todos los maravillosos peces y criaturas fantasticas marina habidas y por haber. Las miro. Las admiro. Muy de vez en cuando encuentro una mujer o una señorita excepcional. La mayoria son lindas, tienen algo, pero no mucho de algo, aunque todas son fantasticas, intocables, casi frias. Me causan respeto, terror, irritación. Me imagino besándolas, tocándolas, hablando con ellas. No necesariamente en ese orden, por supuesto, tampoco es que quiero atornillar al mundo con mi tonto pene. Pero las mujeres tienen algo. Son mitad amables, mitad estúpidas, mitad insolentes, mitad taradas, mitad corazón, mitad jugo de limón sin azucar, mitad irracional e indecentemente locas, sufren por todo, y dios sabe que hay tipos peores que yo que las hacen mierda todo el tiempo. les pegan, las drogan, las matan, las tiran a la basura en mas de uno o dos planos. Aman todo, indiscriminadamente, como si esto fuera un rasgo fantástico. Como comunidad, pocas veces vi algo igual, y si bien son una raza en si mismas que hacen un templo pagano orgiástico de el amor fraternal entre ellas, si yo fuera ellas, hace mucho tiempo que habría dejado de ser por lo menos un poco simpáticas. Las miro pasar por la calle, con sus pechos y sus culos y sus cuellos y sus cejas y su anhelo difuso y obcecado, y sus pelos, los pelos, los cabellos, los cabellos como las aletas dorsales de un maravilloso monstruo marino azul y caliente y escurridizo, una suerte de monstruo de Lago Ness, imposible de sacarle una foto para probar que existe y solo asible en el arrullo de las olas sutiles de un profundo lago desconocido, tan cansino, tan negro, tan profundo y tan apacible que es inútil siquiera querer explorarlo o vejarlo tratando de saciar la curiosidad egoista.
Y claro, como siento estas cosas, que iba a hacer Fer, que todo lo que tiene caderas me la pone dura seis veces al dia. Yo creo que Dios no inventó a la mujer después del hombre, sino que eran parte de la misma masa de creacion, del mismo barro, y entonces salieron dos modelos, uno el del trabajo forzado, el esputo de el primer croquis, y después Dios dijo, flaco, dejate de joder, este es un buen laburo, y dejó a un costado los senos, los coños, las caderas, LOS ABDOMENES Y SUS OMBLIGOS, y se sentó a ver a la tierra con el agua arriba y dijo, ok, mas vale que salga algo de ahi adentro de toda esa masa de agua de sopa de vida caliente y enojada, y, con la mano esa enorme , dejó a la mujer goteando agua del pelo reposando a la orilla de este hermoso lago que era el mundo, y cuando prendió la bombilla en el cielo ahí estaba la primer mujer, intacta y un tanto confundida con sus pecas y su pelo y el sol abrazandole los pezones con un pájaro gentil murmurando poemas malísimos en la oreja, y probablemente leia un libro de Clarice Lispector o de Susan Sontag ya vieja y un tanto derrumbada en su sillón, mientras yo espiaba a el gran creador desde detrás de las persianas de lo que es ser yo cuando puedo serlo, y entonces se me puso dura porque esa mujer torció un poco la boca en una sonrisa fatal que me voló desarmado en mil pedazos y me perforó diez veces mas sesenta veces el corazon con una pluma de flecha muy suave y muy fina, de adelante hacia atrás y ella torció un poco el taco de la bota marrón, y la falda se movió así y yo reventé impotente contra todo, absolutamente contra todo, porque no tenia ya ni boca ni dedo para señalar con certeza el punto central exacto de mi aflicción.

MENSAJE PARA SIEMA — diciembre 28, 2018

MENSAJE PARA SIEMA

MENSAJE PARA SIEMA

Me paré en medio del living con lá única pierna que me quedaba y con la cabeza goteando aún por el chaparrón, lo miré a los ojos con la carta en la mano. Divo me miraba sin preocupación desde el otro lado de mis barrotes sentimentaloides. Tomó otra empanada de la caja grasienta de cartón y se acomodó en el sillón con una cara de tedio monumental, un animal con pulgares, tragando ruidosamente. Un metro noventa y trés, y no mucho más.

– Dice así – dije, y Divo miró fijamente el agujero de el bocado en la empanada, y sentí pena por mi, pero más por el, porque estaba mas incapacitado que yo para la sinceridad. Carraspeé.
«Querido Siema, te escribo desde la desnudez, literalmente. He salido de la ducha, chorreando agua del cuerpo sobre el parquét, tratando de andar de pies puntillas pára no descolocar las tejas del piso. Hoy me ha hablado el Dani, dice que extraña asu amigo Siema, pero que Badajoz le gusta mucho, que tambien hay agua por todos lados. Cuando leí esto, por supuesto, se me heló la sangre, por la lejanía cruel de todo y de todos, y tambien porque me gustaría teletransportarme hacia una nueva realidad geografica, hacia un nuevo aire de libertad, lejos de las boletas de la luz y del gas. Este invierno en Buenos Aires ha sido bastante terrible, porque se me ha roto la mitad de la ventana, los herrajes se han vencido despues de setenta y cinco años y me han mostrado el dedo medio justo cuando ando más pelado y mas frágil que nunca. No paro de fumar, se podría decir que ando nervioso porque tengo mujer, y los agujeros en las paredes al lado de almohada que contiene la cabeza durmiente de la que amo rechiflan unos soplidos mojados a travez del revoque cuarteado. La otra noche fuimos a su fiesta de cumpleaños y estube bebiendo toda la noche hasta las seis de la mañana, maravillado por la vida feliz de los otros. Cuando volviamos en el subterráneo, alguien se tiró a las vias y nos sacaron a todos los pasajeros por las vías del túnel. No puedo expresarte con enteridad emocional el repeluz de los dias aquí en Buenos Aires. Todo el mundo se ha corrompido de apatía, se han vuelto viejos, en especial los jóvenes… los viejos que tengo alrededor, los popes de este edificio, te cagan con el brío de un buitre de veintitrés años. Se me escapa todo del repeluz, la cabeza me duele y late y cae la noche invernal de una manera agría y poderosa, como si todo fuera a estallar en mil pedazos de tanta mala electricidad. Siema, amigo mio, te extraño, extraño tener veinte años menos y extraño tener veinte años mas, vente años que nunca voy a tener, porque todos parecen haber desaparecido detrás de computadoras o han huido de inmigrantes económicos hacia lugares llenos de supuesta luz. Estados Unidos, Canadá, México. Todos los que conocíamos. Dolores murió en el dos mil dieciséis de cáncer de útero, y solo ahora me doy cuenta de el verdadero tenor de esas llamadas a media tarde que ella me brindaba, por lo general en tardes de una fina lluvia idiota, en dias nublados y ofuscados, ella llamaba y era cordial, se contenía, era buena, era buena… y yo le decía que yo no podia hablar mucho, que no podía verla, que estaba en una relación con otra mujer… o yo era estúpido, un idiota pollerudo utilitarista que solo podrá pagar en el purgatorio los silencios a los que la obligaba a la pobre Dolores, que solo quería un amigo. Ahora me doy cuenta que en su cabeza confundida solo cabía el amor, pero nadie la salvaba, la familia un hato de idiotas, solo la tenía como una suerte de tumor quístico, una mancha en el mantel de raso de la vida facilonga ahi en las faldas de los barrios ricos. No sé que mas decir de ella. Siema, amé profundamente a esa loca por mas de un lustro, y cuando nos separamos por su desasparición geografica, yo nunca mas tuve el valor de volver a llamar a ese loquero para jovenes enfermos mentales en los que estábamos todos nosotros todos años atrás, cuando eramos mucho mas seguros de que podiamos salir a flote a costa de sangre joven y buen estado físico. Te acordás, Siema, ese patio? El otro dia pasé por la puerta del psiquiátrico, mientras caía el sol, cagado de frio y muy al tanto de mi cercanía física y mental de el viejo patio de loquero, y cuando pasé por el portón del puto nosocomio no sé por qué me paré en seco y miré adentro, hacia el hall, y mas allá del hall hacia el patio, y todo estaba en penumbras, y un pobre diablo, mas allá de las sillas de la recepción, daba vueltas en círculos mirando algo en el cielo moribundo de luces, y me dió un pavor indescriptible una cosa negra que me estrujó el corazón casi libre, y casi salí corriendo de terror, porque ese vago ahi en el patio del psiquiátrico podria haber sido yo, tranquilamente. No sé por qué te cuento esto o por que no te cuento otras cosas, solo sé que me duele el alma que me queda y tu oreja siempre ha sido muy paciente y generosa conmigo, y aún siento lo mismo después de muchos años. Todo el resto de la banda está muerta o se han fugado a otros institutos, a otros ojos, a otros labios y charlas. Sé que si los volviera a ver, me daría cuenta adelante de ellos que solo yo he involucionado a esta pasta espiritual enojada que me ahoga en espiral arrojandome a ese agujero negro que tan bien ya se conoce. Siema, extraño todo. Extraño el ayer, extraño el hoy, extraño un futuro posible, y prendo un deciomotercer cigarrillo buscando un milagro. He tratado de leer un poco, a Hank, a Soriano, biografías, para darme ánimo y hacerme sentir acompañado, pero las paredes me ponen muy triste, los nueve dias de lluvia constante e implacable me dejan hecho de ceniza, y algunos días no sé que hacer. Todos los libros y todos los reproches de los que conocimos o conocemos furtivamente me hacen sentir un desarrapado mental, un idiota con mierda en los pantalones. El teléfono no suena. Cuando suena, es una encuesta de un Banco o alguna oferta grabada. Pero los nervios me carcomen y solo escribiendo esto a tí tan breve y denso me da un poco de solaz. Podrias, amigo Siema mandarme un poco de luz desde un pedazo de papel real? No podría soportar otro correo electrónico de nadie. Prometo responder inmediatamente. Te puedo dar coima y decirte que prefiero mandarte una carta certificada a Neptuno antes que tomarme una taza de café que solo me miraría a la cara para escupirme? Perdón por esta negrura tan vehemente, pero estoy cara de culo y me duele la cara de tanto fumar tabaco. Para eso si tengo plata: pongo mis labios sobre el filtro de el pitillo y concentro mis ojos bizcos en el pequeño meteoro del otro lado de la papelina. Cuando dejo de fumar, apoyo la cabeza en la almohada, mirando las luces en el techo que entran sobre la persiana que solo baja hasta la mitad. Escucho el goteo de la cisterna de el toilette, y recuerdo a mi padre, en esta misma pieza, volviendose cada dia mas flaco y mas inválido, y cada día mas cuero y piel y huesos de un tinte grisáceo, y lo unico que no le reprocho al viejo es que tardó un poco mas de once años para convertirse en un pensamiento oculto entre la mugre abajo de la alfombra de mi familia. Me dá pena, pero tambien me alarma, porque al igual que él al final de su vida, tengo este sentimiento de un azul muy luminoso de volver a encontrarme con mis padres y mis abuelos, y ya todos sabemos como se puede lograr eso, entonces voy a la heladera a por una botella de agua helada, le doy tres o cuatro grandes tragos y las ampollas en la laringe gritan, hey, tonto, hora de dejar de fumar. Y yo me doy vuelta en la almohada mirando la pared con los ojos cerrados, y se me caen unas lágrimas idiotas, porque no hay manera alguna de que deje, por un solo momento, de tener un gran rojo latiente corazón de maricón, y la maldición de una buena memoria de cuando se me alzaba en brazos y todo lo que podía hacer era balbucear e irradiar desde la mudez de mi cabeza rubia todos los te quiero que se me cantara la gana, y que nadie me lo reprochara con retos y palabras que salen ensayadas previamente de la boca de un muerto.

– Eso es todo. Me tomé la frente, al borde del desmayo. Un relámpago sobre el vidrio.
Divo se rascó la barba entrecana y justo en el momento en que se largaba un segundo chaparrón afuera de los goznes gimoteantes de la ventana cribada de gotas, me pidió que dejara de leer, que lo estaba lastimando, que era demasiado para su sensibilidad, y se levantó hacia el baño para cagar, y despues de cinco o siete minutos escuché su vozarrón preguntarme por un rollo de papel higienico, y le dije que no había.
Y pensé en soplar velas de cumpleaños algún día, a sabiendas que esos cumpleaños nunca vendrían, la torta con las velas en el living room a oscuras mientras me aplaudían nunca vendrían, y mi puerta seguiría abierta para todas las personas que necesitaran un bocado o un pedazo de algo dentro mío que nunca podría reemplazar con ningún esfuerzo, y me sentí muy mal, con el recuerdo de Siema y Dolores, ahi parados al lado mió, empañándome el alma.

CINCO MINUTOS DE OXÍGENO Y  JUEGOS DE ESTRATEGIA — diciembre 26, 2018

CINCO MINUTOS DE OXÍGENO Y  JUEGOS DE ESTRATEGIA

CINCO MINUTOS DE OXÍGENO Y  JUEGOS DE ESTRATEGIA – Un Poemario Express
por Fernando Christian Rodriguez Besel

(A Carla)

(A Herman
A quienes hicieron agujeros con cigarrillos en mi colchon
A el idiota que cree en estar enamorado
A la loca de supermercado
A mis huesos, siempre duros de tragar en sopa)

Volver para buscar
buscar para volver

Antípodas, gemelos, siameses
electricos de la medianoche de jueves
solo dormidos nos entendemos

solo la electricidad del cánon hermoso de la noche
tu en tu alnohada yo en la mia
vos durmiendo, yo despierto
solo eso ya basta para volverse loco

Sueños de día
sin palmeras ni margaritas
sin rascacielos de opál
ni osario ni menta
solo un pedazo de cielo en la posible calma

como hacen los otros?
como saber quienes son los otros?

mi living room es el osario y la arena
tomo calor
de los chorros de lluvia de la noche
alucinado de miedo.

cantar es correr
correr y despertar
despertar y pacer
pacer y escupir
vomitar y pensar en el dia en que se viva adentro
del sol de todos y de la luna de naides

no importa la luna y el sol
no pueden ser habitados
por quienes pregonan amor
los que pierden todo
en los renglones de la memoria profunda

me gusta el mar
me gusta lo que escuché del mar
que se viene          que no aparta
que engulle y reclama
algún día me mudaré de mi casa y de mi cuerpo
a una colina caliente
para él y por el mal
ellos me llevarán
solo ellos son culpables

A veces sueño con trenes que pasan por la zona costera
el mar ruge a izquierda y derecha y los andenes se alzan a treinta
metros del suelo
tomo esos trenes llenos de luz
tal vez sea ese el cielo preelegido
tal vez sea la muerte
tal vez mi pecado es ser mas tenebroso e intenso
que la bruma que vivo en los sueños

No menciones a la muerte
es una dama muy dulce
y siempre tiene una manta lista y caliente
para los cariñosos

Zapatos de cuero de colegio de la niñez
computadoras y aparatos tecnológicos digitales
que me paso por los huevos fenecidos
muerdo una bala particular
he nacido 1-5-0- años después
de todos los planes que teníamos

Me carcome la electricidad
no hay plan feasible
no hay sosiego
en la atención serotónica
cinco minutos de oxígeno

me asusta lo fácil con la que los extraños
detectan mi desahucio

me aterra ver en las caras de la gente
tristes patios cerrados
piras frías en los ojos de las almas que se extienden
sin comentario mayor
hacia mi pecho

Cuidado con mi pecho
contiene un humo azul profundo
y atrás
hubo un corazón de niño de piel bronceada
de delicadas facciones
guardo esta medalla
como todo epitafio

Tranquilamente se podría poner todo el norte de la tierra en un frasco
y darle de beber con una esponja hasta que la violencia
troque en la cara azul de los cansados
darle un poco de desazón
una probadita de laceramiento
de impotencia
de arterioesclerosis pre-sabida
de cartas abiertas por los dedos de los no salvajes
pero el norte no entiende
y yo no entiendo el sur
soy el sur
y me rasco la barbilla
hundiendo el humo en mi boca
mi boca da besos
ella ríe
resignada de mi quebradura
de mi pasamiento de rosca letal
espera
y eso
lo hacemos todos
los que tenemos pan para dar en las manos

Mis padres biológicos siempre estuvieron aterrados
de la distancia que tenían con su estúpida fruta final
mi padre creía que estaba loco de drogas
nunca probé un porro
mi madre vive, es mas directa
se burla de mi con acritud, de mi otra familia
yo le digo que es igual que mi hermana
gorda estúpida y cruel
ella pone un tono frío de cuervo en el otro lado
de la línea de teléfono

ocho días después vuelve a llamarme
– hola, como estas, hijo?
– Bien, y vos?
– Con frío

Nunca superar los límites de los lujos mas infinitesimales
nunca comprar un auto
nunca comprar una moto
nunca llegar a vivir cerca del cielo y pensar que
puedo escupir sobre el mar estando cerca del cielo
siempre sospechar de que merezco ser escupido en la cara
por el amor sin concesiones que alguna vez
fui

La vida es una cola de supermercado de descuento un miércoles
de lluvia
la vida es la cara de esa perra de piernas largas y labios emporrotados
de lapiz de labios de un rojo de puta
que parece haber caido por error en el inodoro de este barrio
la vida es sabrosa
ofrece cuchillos y lavabos
fideos químicos
malezas esporádicas
sexos de significado brumoso
los trabajos
y las noches
y libros que pesan
y amigos y amores
que elevan

La caída no es hacia abajo
la caída es hacia arriba
hacia los ángeles terribles
a los custodios de el lamer el completo todo
yo estuve ahi arriba una o dos veces
ahí no se bebe ni se risueña

se estalla

sobre una tierra que no abraza
pero quema
no llora pero inunda
y he estado ahi arriba en companía de locos
de putas
de locas
de desbirriados mentales
de esclavos de el infortunio de elegir
la canción equivocada

y no me arrepiento de esa elevación
si, es un poco de muerte
pero de muerte están hechas las horas dichosas
un poco
un poco muy caliente

Que fácil es la vida de niño
qué fácil que es la vida del niño que mira a otro niño
quien pudiera ser valiente para ser padre
quien pudiera ser padre para moler el cráneo que apela
a lo bajo y a lo injusto

Pero uno se persigna y se acomoda los huevos y lee revistas
en la tempestad
pensando:
Gandhi, Nietszche
Basquiat y Debbie Harry
agujeros en la pared que ayer acomodaban los posters
de la adolescencia
esos agujeros en la pared, esos silencios donde había
punk rock
mas tristes que todos los catafalcos portados en mi historia

No mencionaré nunca mas a el niño que fuí
nunca más lo seré
no lo puedo comprar y no lo puedo matar
el peón de la esquina en el tablero aullándole a la luna
trago clona, barro mi cabeza con mieles posibles del futuro
no menciones las manos que tuviste hace 35 años atrás
menciona entonces
los próximos 5 años que vendrán
tácticas, trucos, pequeños desplantes torpes farfullados
enterrado vivo en esta
medianoche

La górgona que fuiste
blanca piel de leche hundida en el fango helado de la villa
ahora ida a barrer la pieza
ahora sin ganas de afeitarse las piernas
savia de la malicia
pelo hirsuto en las babas del nuevo dia
después de nuestros días

Conversaciones con gente huevo
me dan ganas de salir corriendo hacia un plato de ravioles
me dan ganas de hundirme el celular en el culo
y arriar una bandera en algun mástil de plata de plaza de pueblo
zanahorias y patatas
abrir la caja de cenizas de mi padre en Chacarita
el terror
de el supervisor general de la vida con honestidad
pero eso ya lo he hecho
a veces sueño eso
que soy?

Examen de las diferentes posiciones de discrepancia
David Viñas
mascullando estilettos desde detrás de la
eventración de las muelas
mostacho
taza de café
violación e infibulacion anal
corderos muertos a palos atados a estacas
la resiliencia de los sabios mas malos que la mierda
mis ídolos
todos han matado gentilmente
y yo le temo al tirón de orejas
de los guardias
porque no tengo al lado de mi alma llena de bosta
guardias sino guardíanes
custodios fieles, nunca
pero si a la policia en la puerta.

Negocio de navajas
ese mercado de gente maravillosa
que de vez en cuando hace poesía

Pero literatos venden su pasta de dientes
«Noooo es lo que haces, Fernando
sino como envuelves el paquete de regalo
para la gran ocasión»

Ok.

Yo: «Cual es la gran ocasión?»

No tengo nada contra la mujer
es solo que las balas vuelan hacia cualquier incauto
y mi aspecto agreste, de mi dentadura mala sale un:
NO
NO es ASÍ
pero que solo es así ahora!

Y recuerdo a mi payaso punk cortándose las uñas y no parecen
los hermosos de la vida y de las candilejas
acordarse de cuando y como cagan haciendo fuerzas
en el inodoro.
De papel está hecha la elevación

mausoleo arriba
inodoro abajo.

No tengo nada contra el hambre de el hombre
pero por un par de pesos
tu cara se transforma en el pólensémen del cáncer
en el gran roboto gigante japonés de la distancia

hay tipos que viven para eso
y a veces se lee en un diario que algún pope ha desaparecido por unos días
y ha aparecido adentro de una camioneta, sin cabeza
sin corbata
sin pin de corbata
sin tórax
agujero hueco ahí donde estaba la cabeza
y sin prepago de sepelio

y a eso lo llaman tristeza

«Caballero, usted está meando en el arbol equivocado»

Y usted ha olvidado la seriedad con la que jugaba cuando era
solo algo pequeño y endeble adelante de los ojos mayores

«Precisamente, no vaya a ser que me muera blandito como un poeta»

Mi cisne manchado
corría hacia los suyos con llamas saliendo de la boca
le habían llamado cáncer y en el lomo tenia las picaduras
de las jetas de los otros,
los intactos, los vivos de la estrategia perfecta
y ese cisne se arropó en mi cama
y no la pensé mujer
no la pensé vagina o divertimento
la quise como un niño
(mierda, ahi lo dije de vuelta, que niño?, enano soy!)

Enano o no
cualquiera que venga tendrá mi riñon extra y una taza de capuchino
y daré a su mano la navaja con la que corte mi vida
si eso completa su vida
Alarde de lo estúpido, editen este trozo de celuloide
hagan de mi cama una campana que suene en reversa, que taña
por la coronilla sorda y que el fondo
se pare sin aliento

La llama nunca debe ser descuidada
y eso se debe hacer
a cualquier precio, amor que amo
bastardo con el corazón como de colillas en el cenicero

Visión de maestras juntándose a charlar en sus
guardapolvos blancos
primer piso del edificio
su gran truco: casarse con sus príncipes valientes
los aplastacráneos
que después de la medianoche contaban las muelas extirpadas de la boca
de los ángeles descuerados,
los sustraídos
a la noche

Todas ellas eran poco hermosas
excepto algunas
civiles
domadoras de Satanes
acariciantes y comprensivas
las boludas que no creían en los biombos
y en la santidad de el interior de los muslos
Ellas me enseñaron a tener esperanza
y a el atacar debajo de las sábanas
mi transporte canta los acordes correctos
cuando se calla la ciudad
berréa Cátulo a Juvencio al lado de Lesbia
al fin reunidos en concordia
Hundo mis ojos para decir que es
una de las pocas maneras de no volverse completamente loco

Hace mas de 30 años que no escribo en cursiva

No es porque no pueda cambiar o haya olvidado bailar

Es la maquina de escribir que es una perra sexy que me besa con la suciedad
que siempre he buscado

Máquina de escribir, con su cara de metal
y sus teclas de melamina
sexy, putita
te voy a hacer mierda
pero con algo cercano al amor
con cada embiste de pija triste

WTF
Chicos y chicas mayonesa light
los puedo ver en mi psiquiatra, diciendo suavemente:
Te volviste hoja de olmo amarilla, Fer

Y tienen razón
ahora solo necesito un incauto que me meta en el medio de un viejo
libro de poemas
donde dos o tres extranjeros extraños lábiles me tiren del pelo
por falta de astucia y exceso de almidón
y decir
concha sucia, undergroud, musica horrible
vápida ligereza, conecto estético trillado y refrito

MIENTO: ellos son la vida

y yo calafateando con el fango underground
que magma?
que fuego?
que padre y madre?

Muerte al Pop que dice que no busca un pope
A veces me pongo colonia para hacerme fuerte y salir a la calle
valentía en spray
para acercarme a los hermosos
Miento OTRA VEZ:
las órbitas de los ojos llenos de angustia
aquí de mi ojo fuerte derecho
en la candileja del recital independiente
tres mil millones de veces los envidio
a ellos y a sus gatitos de arte lineal

Dont worry my love, I love you more than love
can be right now.
No pasa nada, no es la muerte de nadie
Pueríl, pero tardío.
Auch.

El dependiente de la carnicería en el súper
tiene una mancha de nacimiento debajo de un ojo
me mira como si fuera un compañero de juegos
de fuego
lo invitaría a casa a que se caliente los dedos congelados por
cuartear los pollos
en mi calentador marca Protalia
y decir: Capuchino? Mate?
Whisky? Un trago de cemento de secado rápido?
Vivo en carcel fría como la piel de esos pollos
que desventras
Tú, muñeco multiforme!

Y recuerdo los ojos almendras castañas calientes de mi mujer
la paciente que me vé cortado al medio por una boleta de electricidad
la indomable, esa, la que tiene los dias numerados en sus sueños de concordia
la que la han matado mil veces y como muerta estaba
ella misma tomó cuchillos y cortó su entrepierna
y levantó la bandera del amor
al lado de este pelotudo que no sabe ponerse mas que
una zapatilla de un par y otra zapatilla
de otro par
y que elige en las tarde de invierno
caer en un letargo debajo de esta colcha desgraciada.

Te invito a mi fiesta de cumpleaños
mi dia de nacimiento está mal en mi DNI
yo nací cuando vos me dejaste entrar en tu alma temblorosa
Y los idiotas de los escenarios, con sus palabras sobre el amor
su pregón de el amor en movimiento aqui y ahora
que saben esos eunucos que nunca chivan, esas perras frígidas
con sus corazones vestidos con telas importadas y con navajas de Hello Kitty
Los desprecio inmensurablemente, y quiero acercarme a ellos…
pero nadie apesta
nadie transpira!
nadie se escuece en mil preguntas de auto-examinación.
Solo comprendo lo que no ha sido procesado
como si tuviera una mente de goma
entonces mi alma escindida recibe esta onda maravillosa
y mis brazos y mi corazón cansado son tuyos
hasta el fin de la guerra.

Ha parado de lllover
Descansa Argentia coordenada de reloj 434
que traba las mudanzas de el Microcentro hacia la fosa de las Marianas
debajo del mar, my friend
los peces pagan con doblones españoles
acarician los sobacos con las puntas de las aletas en un francés pesado
es irresistible, no?, mi pequeño merquero adicto a la pavada cromada
no pensar en que hay alguien mas cool que vos, no?

Algunos cerdos
al tener siameses
no pueden elegir a quien convertir en Caín, y a quien adobar para ser el Abel.

Solo resoplan debajo de las boinas hirvientes
mientras van a comprar facturas
hijos de la fiebre del oro y el petróleo
no tienen barco que les aguante
y no son tanque
ni saliva escupida
ni televisor lo suficientemente ancho
a ritmo de tortuga controlan su apéndice biliar
llegan a los 90 años con el pelo crespo blanco como la nieve
brutales y saludables
pensando: bajo mis pies, debajo del hielo de mi bestialidad
Viva! están muertos e impertérritos una bosque enorme de ciervos

Busca en la guia telefonica a los Spikerman
fueron a Italia y ganaron el corncurso de el hombre mas feo del mundo
partieron la estatuilla en seis o siete partes
la estatuilla tiene el ceño fruncido de oro
y los Spikerman hemorroides en la lengua
y caries en el ojo del culo.
Viven cerca mío.
Maltratan a sus niños
estolas y chales perfumados
bufandas y domingos de orgía familiar
ellos ya tienen el cielo comprado
lo que no saben es que soy un hombre que mengua
y cuando aclare el bosque delante de sus ojos
solo quedará la furtiva dinamita contra la
clara espada de ellos.
Dinamita is the epytome of cool.
And everubody knows that, my friend.

Entreveros, úlceras, hijos no deseados
sospecha de infidelidades
isquemia ventricular izquierda para mi padre
dos aneurismas para Reuben
cartas oblicuas para la honestidad brutal y maravillosa para
mi hermanoi Hermindt Wassel, a quien adoro

arte, acuerelas de mamá en la pared de la pieza de los niños

No hay palacetes para nosotros los que
colocamos las cacerolas a la madrugada
debajo de los agujeros bajo la tormenta,
arriba de el techo de chapa.

Yo nunca juré no volver ahí
Mi hermana sí lo hizo

Carrete de la maquina de escribir hacia la izquierda,
limpia mi sangre
ofrece solaz
tu vena

He nacido varias veces
algunas enfrente de el televisor de mi abuela
con desiertos y cañones y cañadones
de Estados Unidos de Norteamérica
Diego entiende desde mi silencio que estoy roto por dentro
quiere alcanzarme
le ahorro, con mi silencio
mil puteadas a mi presente indigente
mi calefón que tira agua tibia
a el mar de los Sargasos que tiñen mi caminar de jorobado
en las calles que llevan su nombre.
No vengas, adorado amigo mio del Norte
I’m wander thru the marsh
my lovely, charming, rich friend.
Dont look so close into the microscope.
Seasons change, so does Zen, sos does the sentimental currencies.
We see each otehr quite clearly, and there is no sin in the end of sin.
We’l figure it out later, bro.
Stay healthy, my boy, and shine like a star.

La palabra justa solo sirve para un contingente litearario
que dejó a Alejandra Pizarnik hundirse en Seconal 50 x 50
a Hemingway con su escopeta
a Bukowski con su ulcera vomitada a un John Doe en el receptáculo
de abajo de una ambulancia rota hacia un hospital de beneficencia
La palabra justa es de los terratenientes del mapa geopolítico

no son los buenos los que duran
son los suicidados los que revientan y esparcen esporas
en tierra de cementerio cualquierucha que propongan
las lesbianas mentales peludas de siempre.
Me quejo. Discrepo. Soy torpe.
Aquellos en su trono de caca que se cuiden de esta bomba de tiempo
Mañana estaré en tu puerta.
Hay una campana en tu cabeza, y tañe sin tu mano
y alguien entra por tus sueños
y alguien abre tu heladera
y alguien mas está diciendo el verdadero nombre
que siempre fuiste

Radiado de la bondad
mi familia primera, llena de calor humano
y de preceptos morales maravillosos
me hicieron un virus incurable
siempre y cuando este conejo de Eveready
no pare de tañir campana y rompa parche de tambor
GPS relativamente astuto
gas mostaza en faringe
zapatilla duradera firme sobre el volcán

Bendito sea el dia en que me agarré la mano con el piñon de la bicicleta
dos puntos entre los nudillos de la mano izquierda
a veces estoy durmiendo y se duermen los brazos
el corazon palpita aceleradamente
y me cago en la belleza

Que es la belleza mas que las opiniones de un establishment enfermo

Yo soy el camino la verdad y la vida
Hacia las sierras donde sopla el viento inmisericorde, horno en verano
camara frigorifica en invierno
procesiones de la pequeña tumba-comarca

la verdad? Oh, solo medias sucias y cera saliendo en cachotes delos oídos

la vida? Juegos de estrategia militar para enanos que no fuman

Que nos mantiene a ambos en un juego de miserables sutilezas?
La larga distancia? Las relaciones interpersonales enfermas detras del velo
del poco silencio? Lo digital? Las nueces que puedo partir con dos dedos?
Mi metro sesenta y ocho? Tus piernas de contadora?
O es solo la cerveza que tomamos esporadicamente
separados por cientos de kilometros emocionales que me
dice que algun dia vos vas a saber que tenés telarañas
tan escandalosas
que, a mis ojos, te vas a hacer diosa y crucificada?

Abre puertas rojas
tañe campanas en monasterios pop sagrados
cae la cana
se toman datos
se llevan al negro senegalés – le bajan la cabeza para entrar
esposado
tranca
en legro entra
con su campera roja
judíos sonrientes

alguna vez fui un punk new wave
desnudo ante todo
tan loco que hasta los locos querían acostarse conmigo
tan locos que se asustaban y llamaban a la policía
La mente como un pañal usado en un tacho de McDonalds
un domingo en tus películas.

Prudencia a la hora de entrar en el bote de la justicia:
el suelo del bote tiene un corcho por donde entrar las dagas de la balanza de la cordura

Mozart bebía irreverente los pedos de su infortunio
dejando que el alma ingrata se disolviera en el azul del cristal de la botella

Yo quiero esa botella
Marche supositorio nuclear ya.

Oledor de pedos
oledor de nenúfares
amante de los ojos negros pétreos
revolcón en mala leche y destinado a caer boca abajo en la nieve
lo llamaron loco
lo enterraron medio hombre
y a veces veo un busto y pienso en violines perversos
en espías miniatura entre los articulos coloridos
y fragantes de las pastelerias plásticas de los IPoints.
Traslado esa nerca a mi falda, la examino
cuanta alegría. Oh, wow, cuanta.
Acabo.
Mucho.

Las navidades
el recordatorio de la sangre derramada y la masacre
Mi tierra es así y asá.
Chitarra en mano, ejército de purretes
Y yo los quiero a todos, me visto con sus ropas militares
y a la noche duermo un sueño de agujero de conejo
y cuando despunta el alma, mi sangre india me incinera las lágrimas.
PLAY – REWIND – REPLAY.

He perdido doce dientes.
Mis besos deben ser raros, muchacha
pero en las voluptuosas y ardientes cavernas de la prehistoria
fue donde aprendiste conmigo como velar en la noche
asfixiada de miedo
boca a boca       estrella a estrella
Eso llevaré a Tata Dios cuando se me lleve de los pelos a la Muerte.

No ames con cautela lo que puede justificar a puñetazos
belleza y maravilla.

DE HOY — noviembre 28, 2018

DE HOY

Discos humanos hechos por gente con fibra y nervio emocional. Poder escuchar los sonidos consecuentemente carnales. las cosas que no flotan sino que se paran en la tierra. Mas campera de jean que macramé. Aceite de cuero cabelludo, no shampoo. Chip caliente, no sintetización fría. Calor humano, no comunidad conceptual sensual. En definitiva: una respuesta a el «mucho ruido y pocas nueces». Nueces. Si tienen que ser las de la entrepierna no me molesta.

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SUENA ELLA — octubre 19, 2018

SUENA ELLA

– Yo piso baldosas como un indio pisa las piedras: me chupa un huevo.

Yo ya veía que la cosa se ponia fulera.

– A veces me levanto con el pie derecho y no me sale nada bien. Y dios sabe que creo que sé cual es mi pié derecho. Lo que pasa es que ya no pasa nada. No pasa nada. No siento nada. Si me sentara adelante de un espejo por dieciseis horas aún no estaría seguro que existo.
– Tal vez necesites una dieta chamánica, un luppo di corro.
– Tal vez necesites un enema y un poco de pastillas de diversos colores para que cierres el orto y dejes de decir boludeces de manual. Pasáme el termo.

Me hice un mate. Tambien le hice un mate a el.
Los dos estamos esperando por la lluvia.  Yo mujer siempre tuve. El tiene hemorroides, le duelen los huevos, se peina el poco pelo y se pone desodorante todos los dias. Por ende, sus dias estan contados. Los mios no los cuento: los disfruto, con todo su dolor estúpido.

– No me gusta lo que estas escribiendo.

Me sorprendí porque no estaba escribiendo. Estaba enfrentándolo a él y a ese precipicio con mucha paciencia, y pensaba, va a llover, va a estar bueno, va a ser como un bautismo, como tener la frente clara, como haber nacido hace un rato.

– No me gusta lo que estas escribiendo.
– Yo no estoy escribiendo, VOS  estas escribiendo lo que yo voy a escribir en otro momento.
– Te pensás que sos la gran cosa.
– No soy gran cosa, vos tampoco sos gran cosa.
– El gran escritor.
– El gran nada le dice escritor a el escritor, creo que eso me da miedo. Es como mi familia: siempre me llenaron la cabeza con lo hermoso por dentro y por fuera que soy. Nunca me lo creí. Mas tarde, cuando pasaron los años, me di cuenta de que eran un montón de tontos llamándome genio. Ahora que soy grande, puedo ver la paja del grano, y me doy cuenta que los que son mas o menos altaneros y tienen algo de serúmen, no me dicen nada, se callan, y que todos los que me dijeron que era hermoso era gente fea, por dentro y por fuera, de que los que me llamaban genial eran solo un montón de tontos lustrabotas.
– Alguien te tiene que lustrar las botas.
Mi abuelo era lustrabotas. Tu abuelo que era?
– Le estas diciendo tonto a tu abuelo?
– Yo por lo menos tengo abuelo, vos no tenes ni barba, salame. Tomate el mate que no es microfono.

Cayó la primer gota. Se hizo un gran silencio en el barrio. En Balvanera si la gente no está comprando o abriendo la caja registradora, se mueren por dentro y se ponen tontos y delgados y finitos por dentro y entonces se les apagan las risas. Es un barrio comercial, no un barrio espiritual. Nos marketizan como barrio de tango, pero aqui solo queda el cambalache moderno, el cambalache de la droga, la cerveza, el porro, el desvalijador, el matarife judio, el comerciante pendeviejo. No queda nada. Si un dia cae una bomba atomica en el Once, solo quedarian las cucarachas y las hormigas y los puestos de salchipapas de pié. Y sería justicia.

– Te acordás de Miriam?
– No conocí nunca a ninguna Miriam.
– No sé por que pero estoy todo el tiempo gugleando a gente que estoy un cincuenta y un por ciento seguro de que está muerta. El otro dia me acordaba de Dolores. Y esto te lo digo porque sos un pelotudo y de interlocutor me servís como un caballo necesita pulgas. Dolores. la vieja Dolores. Que buena que era. Que loca que estaba. Que loco que estaba yo. Haber estado tan loco es un pecado, es un pecado sufrir así, y es un pecado mortal dejar de estar tan mal. A uno nunca se le va ese estado de locura. Andar con los pantalones cagados por la calle, buscando colillas… y uno ni siquiera lo ha planeado de ninguna manera. Tengo miedo de que un dia ya no tenga los cigarrillos, o que reviente de alguna manera aparatosa y ser un dolor a alguien a quien le importe mucho. Pero por suerte todos se estan yendo. Todos esos idiotas, las putas conflictuadas… diez años de sacarme la medula con eso de las minas raras. No me importa. No odio a ninguna.
– A tu ex?
– A cual de todas?
– Cuantas hay?
– Cuatro o cinco. Más las relaciones casuiales extendidas y alguna que nunca se decidió a hacerse lesbiana.
– Cual?
– La chivilicoyense.
– La del desayuno de Dean & Dennys?
– Esa. La de el blockbuster fat baby food.
– Ah.
– Dolores era buena. Estabamos los dos muy locos. La quise mucho. Hace unos años llamó a casa para charlar conmigo y yo le refunfuñaba que yo estaba con otra mujer, que era inapropiado. Todos la escondian como si fuera una leprosa, y yo terminé haciendo lo mismo, y tal vez lo unico que queria era decirme que se estaba muriendo de cáncer de útero. Nada mas. Conectar. Y yo, que soy un sorete que solo pienso en calzoncillos y en pedirle mas a una vida a la que no le aporto nada….

Me rasqué el hongo de el costado del pié. Empezó a sangrar. La sangre caliente debajo de las uñas, con la carne muerta, seguí rascando hasta que la sangre se coaguló en las yemas y no pude rascar mas.

– Era buena. Viste, de esas cosas está hecho el escritor. De gente muerta. De gente buena muerta. Por eso nadie escribe una biografía de Videla. A nadie le importa. Y la gente buena tampoco le importa a nadie. O sí. O no. por alguna razón parezco estar atraído a la gente que siempre puso cara de asco enfrente mio. Gente fuera de mi circuito, si es que estoy en algun tipo de circuito.
– Chetos. Rififís. Románticos.
– Sí.
– Pero tambien tenes un par de fieles que te son muy pacientes.
– Sí. Algunas editoriales silenciosas que estan esperando a ver si escribo algo sobre salir afuera a comer a un restaurant. Gente que quiere que me corte el pelo y tome laxantes todos los dias. Gente que mira como se enfría la sopa.

Abre las comillas, muchacho punk.

– «Gente que mira como se enfría la sopa»???
– Sí, gente que le habla a sus perros.
– Yo le hablo a mi perro.
– Y tu perro te habla a vos pero vos no lo podés ver porque sos un siome y un impotente. By the way, el otro dia me mandó un mail tu mujer con veinte foto hi-res de ella en bolas.
– No tengo mujer.
– No tenés mujer porque sos poco hombre.
– Ese mail no existe.
– Nada existe, vos no existís, la lluvia no existe, Dolores no existe.
– Justo ahora te entran ganas de hablar de ella.
– Sí.

Tres gotas, siete gotas veintitres gotas al lado de el marco de la ventana. Suena a que tormenta, suena que te suenitas a que te suena que esta es la tormentita, esa que querías.

Entonces sentí que me venía el surmenage, y en vez de seguir con lo de A, agarré por B, y tangencié por C.

– Sabés una cosa, lo de escribir no vino solo. Yo me la busqué. En mi familia hubo un par de ovejas negras y un par de ovejas de diamante. Un primo de mi padre, un viejo pedófilo, y otro primo de mi abuelo paterno, catamarqueño, muy querido… a veces siento que estos entre esas dos aguas, como que no me decido entre ser el hijo de puta o el estoico en bronce. Pero los escritores están. No sé, están ahí, es parte de un linaje, o de una compulsión familiar. Si alguien no escribió o no hizo musica, probablemente fuera un desnaturalizado. Apuesto por eso. Y estaba este que escribía ficción y se le daban por los mocosos, y este otro que tiene una calle con su nombre en Catamarca. Vieja estirpe. No me gustan ninguna de las dos cosas, me gusta escribir, pero ya no lo hago tan seguido, no porque esté seco por dentro sino porque me hallo culpable por fuera. Si yo tuviera que nivelar las cosas, correría sangre. Esta ciudad está llenba de hijos de puta, y los hijos de puta solo entienden un lenguaje: la violencia. A Gandhi le salió muy bien, pero yo soy un cagón. Me violan mensualmente. No soy el unico, pero eso no me solivianta.
– Te referís al dinero?
– Me refiero a como entra agua por la ventana.

Nubes grises, resolana de plata, cabellos de diez mil mujeres hermosas flotando en el viento frío, extraño frío viento de mi Buenos Ayres.

– Hago lo que hago sin esperar ningún tipo de rédito. Es estupidísimo y triste! Darse de aires, jugar a esa cosa tontuela ede circulo litearario. Es una extensión de ser mala gente. No tengo la potencia intelectual para ganarle el titulo a nadie, es solo que cuando escucho de algun evento, algun tipo de soirée litearia… puse reparos, cuando en realidad soy yo el que está mas enfermo, el que quiere estar en lugares abiertos para poder puchetear. No me molestan los poetas, no me molestan los malos poetas, ni los buenos poetas. Es el jueguito enfermo ese, el de… es como una suerte de precario jueguito post college. No me cabe una mierda. Yo tengo hongos en los huevos, no voy a andar escribiendo SOBRE EL AMOR Y COMO SUPERARME Y CONVERTIRME EN UNA NUEVA IDEA. No sé por que escribo, no sé por que escriben, no sé por que hay un ranking de poetas, no se por que hay un mapa nacional de poetas, no se por que hay un mapa geopolitico de lo que fuese, no sé por que debo leer, o por que alguien deberia leerme. Yo no pienso… Estoy viendo muy mal, tengo que hacerme anteojos… y darme cuenta de que tengo que hacerme anteojos por primera vez en cuarenta años me da mucho miedo. Estoy perdiendo la vision, perdiendo los amigos, perdiendo las amigas, y perdiendo las fuerzas. Cuando escribo, mi codo derecho se posa en la mesa. No sé si deberia o no apoyar el codo, es casi como estar en la barra de un bar esperando una cerveza. Esperando que el camarero te dé un beso en la boca o te escupa. Nunca voy a bares, asi que esto es puramente conjetural. Tengo treinta kilos de mas. Me cuelga la panza. Mi mujer se ríe de mí. La adoro, pero soy tan desastre… ahi tá, ahi tenés, estoy en la barra de un bar, con un porrón de cerveza, y cae una enorme lagrima en mi porrón de cerveza. IM CRYING ON MY BEER!
– Estas llorando sobre el mate.
– Si me das uno de una buena vez, te lo agradecería con Fervor de Buenos Aires. Ahí podria ser.
– No.
– Dale.
– No.
– Metetelo en el orto.
– Leiste el Fervor de Borges.
– No, y no lo voy a hacer. No quiero leer a Borges.
– Por?
– Porque todo el mundo te dice que tenes que hacerlo. Cuanta mas gente vaya para un lado, mas rapido tenes que dar vuelta el volante en ciento ochenta grados. A donde va la gilada, yo no voy. Youtube: no voy. Netflix: no voy. Series: no voy. Vida saludable: no voy. Drogas duras o recreativas o especiadores y lubricantes sociales: no, no, no. Encuentros literarios: no voy. Blues rock y jazz: no voy.
– Pero vos tocás blues.
– Sin comentario. La mayoria de los guitarristas no harian comentario alguno sobre mi forma de tocar blues.
– Pero lo hacés.
– Poneme una de azucar en el mate que esto ya se está poniendo amargo.
– Hace poco te invitarion a un encuentro literario.
– Fue hace un año, por recomendación de una amiga misionera de facebook. No fuí. Tuve un panic attack. Supe que iba a hacer el ridículo. Y tuve la sensación  de que tarde o temprano se iban a dar cuenta de que soy un ser limitado y miserable. Y no quise exponerme. Onda, lo que escribo, la musica que hago… es algo muy intimo, viene de mi enfermedad. Yo me pregunto si alguna gente se da cuenta cuan sincero puede ser una persona que patentemente chorrea grasa y cuan desagradable puede ser que te conviertan en un fetichito, en el escandaloso pelo en el jabón. Con algunas cosas no se juega. De todas maneras ya no escribo tanto. Ando cansado, con temores, con angustias… estoy esperando. Estoy esperando que pase algo. O algo bueno o algo malo. Mucho no puedo hacer. Estoy comiendo mucho, pajeandome mucho, con la presión muy alta y con la estima muy baja. Duermo poco, mal, cojo poco, mal, me muero mucho, y muy bien. No hace falta ser un puto mago para darse cuenta.
– Cojés mal?
– Siempre cojí mal. Las mujeres me aterran. Son unas hijas de puta, mas que los tipos, solo que los tipos se ponen físicos, les pegan a las mujeres, las maltratan, las torturan, las violan, las tiran a la basura en pedacitos. A una mujer, que es una criatura refinada y cruel, solo le basta con un par de palabras.
– Probalo.
– Una ex me prohibió que, después de separados, volvieramos a visitar los lugares a donde ibamos juntos. Y me dijo, mirándome a los ojos: NADIE TE VA A QUERER COMO YO.
– Delirante.
– Muy. Gente cagada a palos que solo sabe querer a los demás cagandola a palos. Basicamente me dijo: no salgas de tu casa nunca mas porque en cada lugar vas a ver mi cara.
– Ves la cara de ella en esos lugares?
– No, veo la mia viendo su cara. Pero mi cara es mas importante.
– Por que?
– Por regla básica de supervivencia.
– Eso no alcanza, tiene que haber un motivo mas grande.
– Soy un tipo guapo. Soy un rico guacho. Salir con mucha malas mujeres, en especial histéricas y retrasadas, me hizo fuerte en la espera. También a ser un caradura, en especial en lo que sexo se refiere. Soy mejor con la lengua que con la píja, y no tengo ni una pizca de remordimiento, aprendí a chupar concha a los cuarenta años por necesidad, y la necesidad se hizo un disfrute.
– Necesidad?
– Inmovilidad del tronco central.
– Por lo gordo.
– Por lo vago. De el 2006 para acá empecé a hacer como una recolección de recuerdos, en especial porque fue cuando empecé a cojer de verdad, mientras podía. A los 36, mucho tiempo después de cuando se suponia que debia de estar cojiendo bien y mucho, empecé a cojer mucho como pude. Dandole matraca a cualquier puta, sin forro, sin preguntar, sin saber. Una cosa muy fria y estúpida, pero era como una canilla de sexo, sexo berreta. Algo donde antes no había mas que un montón de nada. Nada reemplazando nada. Pero la enfemedad y la medicación se llevaron lo mejor de mi, ni que decir las hijas de puta con las que noviaba o salía, que eran altas forras zorras peteras maliciosas. De las ultimas cinco mujeres con las que estuve, al menos cuatro andaban en la frula. Y yo soy, onda, queres un mate? Re tierno. Ya sé. Ya sé que voy a hacer con vos, te voy a poner UN PAR DE TETAS, y que empiece el baile. Te parece?
– No me parece.
– Sos un garrón. Lo ideal sería pensar en los próximos 10 años. Yo estoy pensando en los próximos 10 años.
– Como van a ser los próximos 10 años, Christian?
– Muchos trámites, muchos mas ataques de pánico. Muchas cosas por hacer, las que voy a tener que hacer solo, enfermo, mas enfermo que ahora, probablemente con menor dinero y mucha menos salud mental. Lo puedo sentir en el cuerpo, se me parte el cuerpo. Cada verano me cuesta mas porque estoy asediado por la mierda. Mi barrio me duele. No tengo familia que me quiera, los amigos se prueban muy tontos y se enojan conmigo porque soy un espejo de sus pecados, no los embadurno con los mios. De alguna manera encuentro que la mayoría de la gente no es muy valiente. Se enoja con su amigos en vez de con sus enemigos. Cuando yo me enojo con alguien por lo general es con gente que no me importa y que sé que estarían dos metros bajo tierra y todo el mundo bailaría una tarantela, pero la gente mediocre agarra a la persona que tiene al lado y la muta en lo que fuese que necesite mutar para ver un cáncer y atacarlo con mas cáncer.
– Te preocupa el cáncer?
– Fumo cinco paquetes de cigarrillos por día.
– Como financiás tantos cigarrillos pro mes?
– 3000 pesos por mes.
– De donde salen?
– Out of the nation’s sack.
– Pero no se explica.
– Vos como hiciste la universidad? Vendiendo panchos? Nunca en tu puta vida te vi con una remera vieja, y me consta que en tu puta vida lavaste un plato.
– Bueno, la universidad hay que hacerla, si no te quedás lavando platos.
– Vos pásaste por la etapa de lavaplatos?
– No—
– Touché.
– Usted trabajó mucho?
– Desde los 15 hasta los 27. Fué mas que suficiente. Nunca conocí gente tan fea y nunca tuve tanto descaro para decir lo suficiente que me parecian gente fea por dentro y por fuera.
– Y ahora?
– Apuesto a las carreras. Cuatro dias a la semana en Palermo. Tengo un método y todo.
– Como es el método?
– Dormir de tres a diez de la noche.
– Pero ese es el horario de las carreras? Como podes jugarle a las carreras si estas durmiendo en tu casa?
– Como podes evitar ser un lavaplatos si nunca fuiste uno?
– Touché.
– Quien era Dolores?
– No sé quien era, pero si sé que te puedo decir esto. Fué la primer mujer en dormir conmigo en una cama, en hacerme acabar en la boca de una mujer, y alguien a quien nadie temía. Era un chiste sucio. Un inconveniente, una arruga en la carpetita de macramé. Era un corazón hecho trizas. Habian abusado de ella fisica y mentalmente. Iba a un colegio para retrasados mentales. La familia tenia guita y ella tenia a su familia, a las drogas, y nada de la guita. A veces la iba a buscar al internado del sanatorio mental y ese lugar estaba muy oscuro, muy oscuro. Con gente en el patio dando vueltas, hablando sola, recuperándose, y todos eramos así: no nos queria nadie. Nunca la dejé de querer, solo se desvaneció el vínculo formal. Siempre andaba con estos jeans gastados, finos…  que necesitaban una buena lavada, yo no tenia ni para el jabon del lavarropas. Venía a casa y me contaba de el fallecimiento de alguien. Seis meses después me eocntraba con ese alguien en la calle, y yo le decia al flaco, che, pero Dolores me dijo que vos habías fallecido… Y me sonreían. Nunca supe cuan loca estaba Dolores, pero si sabía que era buena, y ahora sé que nunca hay que confiuar en un loco malo, solo en los buenos, y yo confiaba en ella. La perla negra. Me dió cobijo y solaz cuando lo necesité. Fué mi primer novia. Fue flechazo instantaneo. Ninguno de los dos estaba en buena forma, pero ella estaba feliz, yo estaba feliz, hasta la gente alrededor mio estaba feliz. Deben de haber pensando, hey, parece que FERNANDO ES HETEROSEXUAL DESPUES DE TODO! Le debo casi todo, porque estuvo ahi cuando yo no tenía nada y ella me quería así, loco, enfermo, sin un peso y en el delirio.
– No deben de haber pensando en eso.
– Yo todavia tengo que creer que mi familia es heterosexual, o sexual, sin mas. No se como hicieron. Division unicelular tal vez.