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LA RENGA — febrero 24, 2016

LA RENGA

Yacía en una cama como yace la gente sola: sola.
Con los ojos redondos y estáticos fijos en el techo, de vez en cuando un parpadeo solo para humederlos. Negros, pétreos. Aún así, una llama. Si alguna vez viste esa mirada, sabes que se trata un poco de ambición, de un poco de dulzura, de un poco de fracaso, y de como eso te pega en la cara y te triza las facciones. Te vuelve flaco por dentro. A veces uno nace con eso adentro, te da esa rosa, esas espinas tambien, y todo a lo que se aferran tus manos se crispa y teme llorar.
La renga yacía en su cama pensando. La manta extendida hasta el cuello, los puños sobre el dobladillo de la manta, los nudillos blancos, y la manta estaba tan arriba que la parte de abajo solo mostraba un solo pié. El otro pié estaba oculto mas arriba, solo por el hecho de que Dios le habia dado pié y medio.
No te fíes de los feligreses con el corazón debil que te dicen que algún dios es un dios de amor.
Dios es flor de hijo de puta.
Y la renga bajó la manta de un tirón, enojada.Se levantó de la cama, fué hasta el armario y sacó un par de tijeras de un cajón y volvió a sentarse en la cama. Puso la tijera abierta en su muñeca izquierda. No respiró. La punta hizo un agujerito en la piel, y la piel abierta dejó escapar una gotita de sangre. La joven pensó que esta cosa roja era lo que la mantenía viva, y sin esa cosa roja (la sangre es una cosa) ella dejaría de ser una cosa.
Entonces, desde el cuello hasta las rodillas, con la tijera abierta, rasgó el deshabillé por delante y se deshizo de la tela inútil y tiró las tijeras al otro lado de la habitación con asco.
El cuerpo imperfecto, expuesto, de la renga. Los pechos el abdomen el pubis y esas piernas donde la mala suerte no había terminado bien el trabajo.

«Tengo algo adentro y eso me ha de llevar a algún lado», pensó.

Se dejó caer en la cama sobre el flanco, hecha un ovillo y antes de apagar la luz, con una mano en la entrepierna y con otra tapándose el rostro, con pensamientos que solo Dios conoce, acabó.

Se levantó con los primeros rayitos del alba dándole en la cara a travez de las rendijas de la persiana. Se puso una remera, unos jeans, medias, los zapatos ortopédicos.
Agarró las llaves, las puso en el bolsillo y de la mesa de luz un paquete de Baltimore. Sacó un pitillo, se lo puso en la boca de labios tensos y duros. El encendedor hizo un click, la llama, la inhalación. El cigarrillo temblando en la mano. El sonido de un pájaro. Un pájaro que gorjea como un niño. Prendió la radio y una bachata meció el aire lívidamente.
Los pájaros lo dicen mejor, pensó la renga
Y apagó la radio, con el hielo aparente de las almas buenas en los ojos.

Comadre está festiva, debajo de los banderines de colores. Con su gruesa cintura y sus rulos de ruleros y las gafas de culo de botella, nunca habia podido dejar de estar de un ánimo exacerbadamente festivo. Nadie la culpaba, enorme como era, con sus gruesas piernas sosteniendo el cuerpo gigante, no, nadie la culpaba, y menos la renga. Que estaba cruzada de brazos en la sombra contra la pared en el baile de la sociedad de fomento. Pelo negro atado en una cola, saquito de lana rosa sobre una remera negra. La prudente falda hasta los pies.
Y ella lo veía todo. Los jóvenes bailando o charlando o simplemente haciendo las dos cosas al mismo tiempo. Todo un logro de coordinación para un hato de gente linda-
La renga giró la cabeza a un costado y sin dejar de mirarlos, escupió.
La mujer podia ver en capas. La primera, los circundantes del baile mas cercano. Torsos, nucas, un leve zarandeo. El recorte de pelo en la nuca de los hombres, rodetes y lacios y coletas brillantes en las mujeres. Poco interesante.
La segunda capa, la peor de todas, los bailarines tensos en su afán de agradabilidad, por ende, inhábiles. Sudores y carótidas. De vez en cuando, alguno pegaba un salto en un paroxismo de la danza inexplicable para la renga.. Entonces ella doblaba los labios en una media sonrisa, endurecida irónica, y giraba la cabeza a un costado, permeada levemente.
La tercer capa estaba mas allá del baile. Los viejos, los borrachos, las tias resultonas y las mujeres con niños de pecho, amamantando, sumidas en el exilio de una responsabilidad oscura, se sentaban en los bancos hechos con tablones y tachos de pintura, figurando los porqués y esperando, reblandecidos por la realidad y esperando.
Entonces, como sucede en todos los cuentos de hadas, la renga lo vio. Y medio que se pegó un susto, porque al principio pensó que él tenia miedo, porque lo vio mirándolo todo en la oscuridad, los ojos entornados y pequeñitos brillando como bolitas incluso en la oscuridad, tan piadosa, y lo vio en una cuarta capa, y entonces la renga se dio cuenta que no era miedo, sino hambre.
De vez en cuando la segunda capa de bailarines se hacía un jirón y la mujer lo escaneaba en una milésima de segundo. Ladeó la cabeza y aguzó la vista hasta llegar a él, anónimamente. Tendría definitivamente la mayoría de edad, mas veinte años. Un tanto gordito, sin afeitar, el pelo medianamente largo, nariz prominente. Cuando el hombre deshizo el cruzamiento de brazos y se arregló el pelo detrás de la oreja, vio que esta era pequeña y pegada a la ancha cara. Tatuaje en el antebrazo, manos pequeñas.
Jean gastado, camisa negra, zapatillas.
«Debe tener el alma blanca», pensó Lidia, y cuando este pensamiento le cruzó la cabeza se sintió sorpresivamente enojada consigo misma.
Inspiró, deseando cerveza, pero la renga no tomaba y su cara dura y hermosa se inclinó a un ocaso azul casi transparente. Vida de mierda con esos frikis del carajo.
Y la renga volvió a mirar al tipo de costado, subitamente parapetada a destajo por la penumbra del sector de los apartados, y esto no le gustó, y toda la mierda e cayó encima como un volquete de ladrillos en la cabeza y en el lomo, llenandole el alma de tristeza y cuando el corazón se le llenó de tristeza se puso furiosa, y entonces puso pies en polvorosa y, circundando el baile, tocando la pared del perímetro del gimnasio más para tener un asidero moral que para no darse un porrazo, se acercó al muchacho ceñudo que bebía de un vaso de plástico lleno de cerveza.

«El pelo se le metía en el vaso porque no quiere estar acá».
«Bah, en una de esas sí quiere»

Pero la renga sí sabía de esas cosas, porque así estan las cosas.
Llegó a la esquina del local y lo vió de perfil y mas de cerca. Un metro setenta (con zapatillas, se dijo para si misma), panzón… levemente. Ok. Los pantalones con botamanga, piernas cortas, ligeramente encorvado, pechera de gorila, papada barbada, el flequillo en cinco años pasaría de apenas la frente hacia patentemente el nacimiento del cráneo.
Y una cosa mas, que hizo que la renga se sonrojara.
La mujer apuró el tranco hasta ponerse al lado del gordezuelo que estaba absorto en la zona de luz de los bailarines, cabeceando levemente al son de la música, apenas zumbado de birra.
Cuando estuvo a su lado, juntó las manos sobre la falda y después las separó para arreglar los costados de la pollera, y , mirando al frente dijo:

– Tenes la bragueta abajo.

El hombre se despertó del leve sopor girando la cabeza. Vio unos ojos negros y rispidos y las cejas de ella se inclinaron en un dejo tutorial.
Entonces la mujer bajó la cabeza y volvió a mirar al frente hacia los bailarines. Luces de colores, rojas y azules, enmarcaban los rostros de ambos.

– Tenes la bragueta baja y te puedo ver el calzoncillo.

El hombre parpadeó y miró hacia abajo y vió parte de su humilde masculinidad enfundado en el calzoncillo blanco.
Rapidamente se recompuso, dejó el vaso vacio de cerveza en el banco de atrás de él. Subió la bragueta.

– Perdón…

Cuando el tipo dijo perdón, a la renga se le cruzaron dos pensamientos. Uno, residual: que el tipo era un tonto que con un «perdón» podia zanjar cualquier situación, y dos: que en realidad pedía disculpas por algo que necesariamente no era un pecado mortal pero que le era engorroso o trivialmente insignificante.

– Siempre andás con el pito afuera vos, che?

El hombre apenas movió la cabeza, y la renga lo supo con la visión periférica.

– Y vos siempre le estas mirando la pija a los tipos del otro lado del salón?

La renga sintió un dolor en el corazón y no sabía si sentirse mal o bien. Solamente sintió.

Yo no… – quiso replicar la renga, pero como solo habia una respuesta coherente y no podía decirla, la dijo igual.

– No, no le miro la cosa a nadie. No te estaba mirando la chota.
– Y como te diste cuenta?
– Soy muy observadora.
– Ya veo…

La renga miraba fijo al frente y el hombre la miraba, y la renga se enculó, porque pensaba que lo había hecho todo mal. Aunque nadie estaba mirando y escuchando, Lidia pensaba que todo el mundo estaba mirando y escuchando, porque ella siempre estaba mirando y escuchando, y a ella nadie la miraba nunca y rara vez decía algo. Cosas del corazón.

– Soy Fer – dijo el muchacho y le extendió la mano izquierda para estrechar la de ella.

La renga no le dio la mano. En vez de esto dijo, ofuscada:

– Vos de que planeta viniste?

El tipo se sonrió con una sonrisa de labios cerrados, como de Droopy, y Lidia pensó que el sabía que algun dia se iba a morir.

– Yo vengo de… una estrella distante, de Uranus. Queda a la vuelta de la Capital Federal pasando la autopista de… como se llame… vos quien sos?
– Yo soy la Lidia.
– Y te dicen…?
– Si. Y a vos te dicen forro del orto.
– A mi me dicen andate.

La renga hecha una furia amagó darle un sopapo y el muchacho la anuló poniendose pegada a ella.

– Lidia, sabés que?

Lidia tenía otra vez esas brazas en los ojos y a Fer le gustó.

– Que… estúpido.
– Se me volvió a bajar la bragueta.

La renga bajo la vista y la subió de vuelta rapidísimo y no pudo evitar un espasmo de risa. Y entonces levantó la cara, que de repente estaba desnuda y sin máscara, pelada y sin mas fuerzas para retruécanos y boludeces.

– Tenés que ir a que te cambien el cierre.
– Dificil conseguir una mercería un domingo a la medianoche.
– Yo sé coser.
– Mh. Cosés bien?
– Soy una experta del re carajo.

La mujer tomó el costurero y lo puso sobre la mesa. La cara solemne, casi enojada, pero en realidad estaba descolocada. Él se sacó las zapatillas, después el jean, quedando en calzoncillos. La mujer vió que la ropa interior del hombre tenía unas calaveras azules. Los testiculos apretados en la tela. Sin erección. Casi sintió culpa. Se suponía que los tipos te ponian contra la pared y te cogían. Y este tipo parecía que realmente esperaba que le cambiaran el cierre del jean.
Los pies sucios. Un corte en la rodilla. El vientre colgando aún en la remera.
La renga lo miraba con la boca casi abierta.

– Tenés algo en la rodilla.
– Me corté.
– Como.
– Me caí.

Lidia lo miraba de pié, aun con la palma de la mano sobre el costurero sobre la mesa.

– No sé coser muy bien.
– Y yo no sé coger muy bien.
– Estamos a mano.
– Sí, estamos a mano.

El hombre se cruzó de piernas y prendió un cigarrillo y la miró directamente a los ojos.

– Bueno, algo vas a tener que hacer con esas agujas.
– Sí, metérmelas en el culo – dijo la mujer, casi sonriendo.
– Probable. Tenés una Bic?
– Qué?
– Una birome.
– Hay un lapicero ahí – dijo señalando una cómoda en el líving.

Fernando se levantó y fué hacia el lapicero. Parecía un gorila bebé, oxidado, un niño viejo. Expelia un aura cansina pero potente.
Lidia respiraba pesada y lentamente, aun de pié ahora con el costurero ahora en la mano que casi era un puño. El tipo volvió con una Bic negra, la dejó en la mesa y tomó el costurero de la mano de la renga. Sacó tres agujas pequeñas y las ató juntas con un largo pedazo de hilo azul que cortó con los dientes mientras la miraba a los ojos, en silencio.

– Sacate la ropa.

Lidia exhaló profundamente, sin sosiego, y haciendo de tripas corazón para no preguntar mas nada, se quitó el saquito de lana primero, la remera despues. Tiro la ropa al suelo y dejó los brazos laxos a los costados del cuerpo, y cuando el le dijo «Toda la ropa», se quitó el sostén, y lo hizo un bollito con las manos y lo dejó con las palmas hacia abajo sobre el corlok de la mesa.

– Todo.
– Y vos?
– Tenés razon.

Fer se quitó la remera, después los calzoncillos. Pelos en el pecho, negros, lacios, alrededor del ombligo, rizos negros en el pubis, rojizos, en el escroto, en los huevos.
La renga apretó los labios y se bajó la pollera. Un culotte de satin negro alrededor de las amplias caderas trigueñas, y cuando se bajó la bombacha, esta se enredó en el botin ortopédico y Lidia destrozó la bombacha con ambas manos con tirones impotentes que la hizo trastabillar, pero se recompuso y recobró el equilibrio y volvió a ponerse derecha, muy lejos de estar serena, mientras le caían las lagrimas por la cara, que tenia la seriedad de una cruz en la tapa de un ataud.

Y estando los dos desnudos, el uno contra el otro, se entendieron a la perfección (como en todo cuento de hadas que se precie).
Fernando le puso la mano en la mejilla a la renga, que crispó la cara no por verguenza, sino porque estaba enojada por algo que podía entender a la perfección pero que no se debia decir a nadie con precisión. Subitamente deseó que el hombre la golpeara o ser arrollada por un tren, lo cual hubiera surtido el mismo efecto y aun así no habria solucionado nada que ella no quisiera solucionar.
Y entonces el joven, que sabía de estas cosas, le mordió levemente la mejilla y la renga se rió y, sin más, se echó a llorar sobre la piel de su hombro que olía a grasa, sudor, y tabaco.
Y el tipo le puso una mano en la nuca y la acostó sobre la mesa, desnuda como estaba, y le dijo:
– Boca abajo.

La renga se puso boca abajo con las manos sobre la cabeza, y Fernando apretó ferreamente las muñecas para que estas estuvieran mas juntas con un apretón entre dulce y tiránico y la mujer descubrió que respiraba con dificultad.
Las lágrimas no se secaban aun en sus mejillas y, aunque no pudo sonreir, Lidia, la renga Lidia, se encontró no solo feliz, sino algo mas que no habia sentido nunca: era una rehén de un agente exterior a sus propias fuerzas.
El hombre pellizcaba su espalda, fuerte, y la espalda se crispaba y volvia a la relajacion anterior, que no era en realidad relajación alguna, y la mesa de corlok barato, fria, a punto de sucumbir y la renga en toda su longitud, con un pié colgando de la punta de la mesa y el otro pié bien adentro de la mesa y la renga estaba muy quietita y respiraba poquito y la renga era tan grande como todo el mundo, y era larga como todos los caminos, y expansiva, y al igual que una granada podía explotar, mientras el hombre cortaba su piel con las agujas puntada a puntada y la tinta azul se metía dentro de su piel, dentro de su carne, dentro de su vulva y de su vida y de su alma, puntada a puntada, una y otra vez dejándola sacrosanta.
Cuando Fer terminó, la renga estaba mas que despierta. Metió la cara dentro de las nalgas de ella e inspiró con la nariz contra su ano, y entonces la renga, delicadamente, hinchada y dolorida por las agujas, bajó la mano temblorosa a punto de desfallecer, y la apoyó en la cabeza de él y le dió una tierna caricia y entonces lo metió mas adentro de ella tomándolo por los pelos, literalmente dentro de su vida, dentro de cada uno de sus cuidadosos y bestiales movimientos.
De su mierda.
Y por primera y ultima vez en su vida, rezó un por siempre, de esos que se hacen rara vez en cuando por los freaks santos del mundo, una vez que las cuentas están claras.

ENTREVISTA CON LA SEÑORITA KAZÁN — febrero 9, 2016

ENTREVISTA CON LA SEÑORITA KAZÁN

– La cuestion es cuanta fealdad puedas soportar.
– Depende de las concidiones en las que esté una.

Toma un trago de la taza de té..

– Y lo que era antes y lo que es ahora.
– O lo que soy ahora y cuanto lo puedo sostener.
– Podes?
– Puedo.
– No se. Se supone que te desarme con toda mi enfermiza fuerza de voluntad? Joderte?
– No se si podes. Tal vez quiero. Tal vez no. Esto huele peor a cada segundo.
– Sentiste amor de verdad?
– Un par de veces de hecho.
– Estuvo bueno?
– Alguien me dijo que tengo que apostarle al amor. O algo asi.
– Vale la pena?
– Y vos que sabes de eso?
– Un poquito, igual que todo el mundo. No me pidas que te coja.
– Como vamos, no te tocaria ni con un palo…
– Lo se.

Me mira directo a los ojos.

– Tenes todo lo que queres?
– Si. Bastante.
– Y por que estas acá?
– Porque me sentias un poco muerta y un poco perdida.
– Debes haber tenido bastante de eso, nadie conoce mi direccion postal.
– La posteaste en la web, salame.
– Cuidado con el inodoro, es un asco, mucha mierda.
– Por que habrias de ir al inodoro?
– No se, por que habrias vos de ir al inodoro?
– A vomitar?
– Jajaja…
– Si, pero vos sos la que estabas intrigada por el feo que escribe guarrerias.
– Si.
– Por?
– Tengo un gusto adquirido por los pequeños pedazos de muerte, y los feos.
– Feos como yo?
– Feos como vos. Exhibicionistas, salames, tipos que no se le para. Esas cosas.
– Pero vos sos una ninia rica.
– Soy una ninia rica que paga el taxi.
– Tu taxi.
– Si se portan bien…. el de todos. Y todas.
– Que onda con vos? Sos demasiado linda.
– Tengo una infeccion urinaria.
– Tambien tenes los ojos celestes.
– Me chupa un huevo, eso no me consiguió mejores polvos.
– Ja! Y tampoco un corazon bueno, o un buen tipo para dejar de andar saltando de cama en cama.
– No.
– Está todo bien, no te culpo, la vida es un desastre tragico. Otra taza de té?
– Por favor.

Voy a la cocina, me infecto, me vuelvo.

– Sirvase, mija.
– Gracias.
– En que estabamos?
– En que tenias que rehabilitarte para cojerte a las pendejas que te levantabas vias mail.
– No, estabamos en que no tenias donde caerte muerta porque nunca tuviste un tipo que te toque el corazon.
– Estabamos en que me mirabas el escote y me hacias preguntas raras.
– Estabamos en que vos estabas en mi casa y entraste por voluntad propia y yo me hacia el caballero.
– Tambien. Pero que fue de tu vida?
– Aca ando, penando. No hay mucho para decir, no tengo los laureles trodavia. No tengo medallas, no soy el mejor y nunca lo voy a ser.
– Yo hago peliculas.
– No, vos haces los pases magicos de ajedrez que te llevan a tender los hilos sobre las marionetas del mundo, eso, y con ojos azules, y un gran, hermoso, dulce par de tetas.
– Ponele. Papi.
– No soy tu padre.
– Deberias.
– Los papis que se cojen a sus hijas van en cana. No digo que esté necesariamente maaal, pero, van en cana.
– Es horrible.
– Y vos estas hablando conmigo y asi estamos. Azucar?
– No se por que pero quiero tomarlo sin azucar. Estoy cuidando el peso.
– Un gramo de azucar, una inoculacion de veneno. Dame esa taza.

Acerco la taza a mi estomago voluminoso. Tres cucharadas de azucar. Esos ojos azules necesitan todo el amor del mundo que puedan conseguir. Tres. Bien llenas.

Y que onda con todo esto?
– No se, supongo que curiosidad. No me siento tan mal pero no me siento tan bien.
– La ultima mujer que escuche que sintio gran felicidad con un borracho la pasó muy pero muy bien y despues se fue a la mierda porque todo el mundo le dijo que estaba haciendo las cosas mal.
– Amiga tuya?
– Debió haber sido pero no. Tuvo una hija. Excelentes piernas. Se llamaba Maia. La hija. Nunca conoci al padre. Era una bestia. Mucha merca y un gran cuerpo. No la vi nunca mas. No se que piensa del mundo, de mi, o de nadie.
– Ok.. .
– Que llevas en tu bolso?
– Sobre, se le dice sobre. Tarjeta de debito, rimmel, un preservativo, la Sube, hilo dental, las llaves de mi depto. Vos que llevas en tus bolsillos?
– Pua de guitarra, cincuenta pesos, pelusa.
– Suena cada vez pero y peor.
– Suena como que no pudieste comprarte un libro de autoayuda y estas en mi casa, y…. anda a la mierda.
– Que ves en mis ojos?
– Dulzura y soledad y desesperacion. La adolescencia se te fue muy rapido y cuando nadie te ve te pones esas Vans sucias, y eso te guista, pero hay algo que falta. Te gusta ese poquito de muerte. TAMBIEN TE GUSTA ESE POQUITO DE MUERTE DE QUE NO HAYA UNA PIJA QUE TE ALCANCE PORQUE EN REALIDAD VOS SABES QUE EL AMOR MATA Y, DIOS NO LO PERMITA, el amor no entrará en la casa de la señorita. Y te falta agua, tenes sed, estas loca, un poco, eso tambien te gusta, pero queres alguien que te haga sentir la verguenza necesaria por ello. Y tambien veo que no me necesitas a mi. Si me necesitas a mi entonces tendria que considerarte un ser inferior.
– Por que?

Se alisa la falda. Eso es muy cerca de una concha.

– Porque si vos estas enferma, mucho mas que yo o solo un poco mas que yo, entonces es un problema para mi, que estoy bastante enfermo.
– Cual es tu enfermedad, campeon?
– Me aferre a la tristeza, demasiado pronto.
– Eso tiene cura?
– Tus chicos bonitos te llenan el alma?
– No, pero vos me das asco.
– Si, lo se, pero vos me necesitas. Necesitas ensuciarte con algo, y ensuciarte con algo sincero es el mayor de los lujos, y a vos te gusta el lujo. Aunque yo te sirva por solo unos minutos, lo que yo tengo para darte no te lo compra ninguna tarjeta, o la buena suerte.
– No me pagan tanto por las peliculas.
– Te pagan tanto como vos te merezcas, es un medio bastardo y cruel, no te dan mas que lo que vales en ese medio y en cualquier otro medio, porque el medio en el que estás vos es una crucifixión.
– Un par de besos y un buen par de miles, cual es el drama?
– El drama es tu industria, que querrias conmigo? O sea, puedo darte una mano o dos, pero no te puedo dar plata. Y no te puedo vender nada.
– Tal vez puedas darme un par de cosas si dejás de apestar todo a muerte todo el tiempo.
– Eso no te lo puedo jurar.

Se queda pensando. Grandes ojos azules. Tetas OK, caderas en las siluetas de la medianoche, un roster o un equipe de tout le monde, una suerte de melange en la noche de los imposibles, y tiene una concha apretada y blanca y caucasica y hermosa y no sabe nada, no sabe, solo intuye, y corre el vino en mi, y el agua mineralizada en ella. Es un insulto a la vida.

– No se por donde andas vos pero no se lo que puedo ofrecerte. Tal vez unas canciones de Otis Redding. Mal cantadas. Nada mas. Mi cuerpo esta roto y fofo. Me canso. Tengo la tristeza en la mirada, mis ojos son marrones, standards, mi complexion facial es la un hombre que ha estado mucho tiempo cocinandose en el microondas del domicilio por mucho tiempo. Vos estas toda apretadita con esa cara de rata y venis a buscarme con pretensiones filosoficas insuperables y yo estoy resbalandome en la grasa. Que onda.
– La onda es que no me funcionan los libros de Coehlo.
– Es multitudinario.
– Es una mierda, aparte de que me chupan un huevo. Quiero saber cual es tu secreto.
– Me lo vas a robar y lo vas a poner en un librio y entonces el masturbador compulsivo de Coehlo lo va a leer y entonces EL lo va a hacer un libro. Y la va a levantar en pala.
– El secreto lo quiero para MI.
– Bueno, ya que estas, damelo a mi tambien, porque no se.
– Claro, con esa cara de mierda como si lo supieras todo, todo lo malo, esto es. Que onda con vos?
– Ninguna onda. No tengo onda. No hay nada adentro y no hay nada afuera.
– Pero tenes esa cara de retrasado mental y maniatico sexual. Algo te pasa.
– Algo te pasa a vos. Cosa tuya.
– Pero… está mal?
– No creo, mientras no saques una bazooka y me revientes por el aire todo bien.
– No es la idea, tampoco quiero asaltarte de ninguna manera.
– Exacto… Medio como que me desespera eso. Al menos pegame. Que es de tu vida?
– Estuve saliendo con un actor medianamente reconocido. Un amor. Se terminó. No se adonde ir. Tomo trabajos y me paro en el set de filmación y es como si estuviera parada en un tempano de hielo con ciento cuincuenta pinguinos haciendose la paja. Y no me causa. No me van los pinguinos. Quiero hombres alrededor. Quiero almas.
– Es la primera vez en 20 minutos que mencionas la palabra alma.
– Tengo una.
– Probalo.
– Se supone que te chupe la pija gratis?
– El precio es sugerido, no quiero que hagas nada, terminate la taza de te, ademas, sos actriz, a esta altura del partido creo que ya ni sabes cuando estas actuando y cuando no, pete incluido.
– Se muy bien cuando estoy ahi al cien por ciento. No se trata de actuar.
– Pero el mundo corre al ritmo de tus interpretaciones. Ni que decir de tus fotos intimas.
– Una cagada. Con cada paja de ellos me hago mas fuerte. No era la idea, opero sirve igual, aunque no haya querido. Cual es tu secreto?

Quiere ponerse en forra y en femme fatale. Es un pan de dios. No sabe lo que busca, solo que alguien le dijo que hay algo mas y ahora tiene que ensuciarse los pies con algo nuevo, y ese algo nuevo no la quiere dejar entrar, o sea, si, la quiere, pero no puede tampoco.
Algunios lo llaman: el inicio de un amor. Una incongruencia de billeteras y jabones de tocador serán decisivos.

– Ok, hagamos una cosa, querida…. yo no te pido que te saques la ropa y vos no me pedis que te de mi secreto, o parte total de mi secreto. Simplemente charlemos. Estoy con resaca y el mundo se ve un poco tosco hoy.
– Pero se supone que me des algo.
– Se supone que las chicas conmo vos reciben las bendiciones del mundo en una cuchara de plata y la verdad es que no se me canta la verga. Tratemos, a ver que pasa.

Me mira con su cara redonda. Ojitos de lavanda, la inteligencia de una áspid.

– Vos estas jugando con fuego.
– Y vos tenes la cara de agua. Mirá, es asi. La gente nace bajo un signo malo y la gente sufre por ello. A mi me tocó. A Vos, no. No te resiento por ello, pero no podemos hablar un mismo lenguaje. Vos te estas fijando si se te rompó una uña y yo estoy viendo a ver que onda con el CANCER DE PULMÓN, LA INSANIA MENTAL Y LAS UÑAS ENCARNADAS.
– A mi tambien se me encarnan las uñas.
– Sí, y voy a estar ahi si me necesitas con un podólogo. Quisiera no entender tu alma, pero como lo hago, no puedo evitar querer besarte. Poco me contengo. Aquí va mi secreto. Tomá un sorbo de ese té de mierda.

Sorbe con esos labios buscones y sucios. Es bella. Nunca se va a morir de hambre. No va a tener que morirse poor sostener una filosofia precisa, un feeling constante o la manutención dolorosa de un carácter. Osí. O yo no sé nada, o yo me estoy muriendo mas rápido que lo que yo sé.

– El secreto es este: tres litros de agua por dia. Fideos con manteca. Cigarrillos, por lo menos tres atados. No te calces cuando te levantes al mediodia, ni te laves el pelo, solo cada cinco dias te lavas el pelo y cuando te mires en el espejo no pienses en mejoría o en las minorías, pensá en una amarga resignación, como si fueras una diosa en bronce donde mean los perros todos los dias. No lustres el parquét. Masturbate cinco veces por dia, no pienses en los Adonis del mundo, pensá en los mas feos, en los tontos brutales, en aquel novio de la primaria que vomitaba compulsivamente cuando cantaba el himno en el colegio.
– Eso es un asco. Vos sos un asco.
– No fumigues la cocina. No los dejes entrar. No laves nada. Tosé.

Zoe Kazán tose.

– Yo no… puedo vivir… así.
– Y cada vez que un tipo te agarre de los pelos, ahi directamente caes de rodillas y le comés la pija.
– Nada nuevo.
Si, pero el secreto está en…
– En…

Abre los ojos muy grandes. Ella es el cielo, la muy tonta, y me acaba de matár por segunda y primera vez.

– Tragar.
-Tragar…
– Exacto, pero con sentimiento. Si queres a un chabon tiene que ser hasta en la ultima gota.
– Suele ser así, profesor ciruela.
– Depende de la animalidad del acto en el momento en que sucede el acto. Tiene que ser con sentimiento. Es como ir a la guerra pero sin ser mujer. No es cosa de adolescentes, tenes que madurar. Es… una suerte de asesinato legal que se comete en pos de la eternidad del mundo. Cuando crezcas lo vas a entender, y ojalá nunca mas tengas que pensar en estas cosas nunca mas.
– Ya soy una selñorita.
– Si, pero no sos una estrella de gran pelo ni sos una playmate. Tenes que arriesgarte.
– Tengo 26 años, soy toda una mujer y cada vez que me juego se me quema la piel.
– No se que mas decirte, tenes que ensuciarte un poco los taquitos.
– Como vos?
– Yo no uso tacos, ni los compro.
– De gordo asquerosos que sos.
– No te enojes conmigo, vos viniste buscando algunas respuestas simples que cuestan mucho dinero y yo te las di gratis. Gracias que no quedaste embarazada.
– Hubiera abortado.
– Abortá tus inclinaciones y tal vez ahi harías algo bueno.
– Sos un desagradable de mierda.
– No, soy el tipo con el que todo el mundo crece interactuando de una manera desagradable pero eficiente para dar el siguiente paso.
– Si.
– Te quiero zorrita.
– Ni en pedo que te toco.
– Eso que sentis en tu cadera son mis dedos diciendote adios.
– Voy a estar mejor. Me chuopa un huevo, sos un enfermo.
– Todos lo vamos a estar, pero solo vos podes irte de este depto asqueroso.
– No se si me quiero ir. Me tengo que ir porque vos me lo ordenás? Me estas echando?
– Es la idea general de todos, en cualquier parte.
– Coincido en esa. Es triste, tarado…
– Otra taza de té?
– Ya me voy llendo.
– Te llamó un remís?
– Dale, uno para mi y otro para mis emociones.
– No creo aque terminen llendo para el mismo lado.
– Se llama ser mujer. Llamame el remís.
– So be it.

ELLA — febrero 2, 2016

ELLA

Tenia el pelo lacio caoba hasta la mitad
de la espalda, los ojos grandes marrones
una cara dura y severa
el flequillo en la frente
la piel ligeramente tostada
(describirla es inutil
se te metia en la carne
pero uno no decia nada)
se ponia un juego de equipo de gimnasia
que ni Menotti
azul
con rayas blancas
parecia un aguatero
pero con tetas
(supongo que tenía)
lo unico que puedo recordar es
verla de cerca
del busto para arriba
como en un daguerrotipo a cuatro colores
ignota por todos los idiotas del barrio
o, no teniamos opinion formada
de ella
no participaba de las juergas
del barrio ni se juntaba con los pibes
en la placita de Chenaut
era «la hermana de alguien»
se llamaba Fernanda o era la hermana de un tal
«Fer».
Un dia apareció con una remerita blanca
con encaje
jeans
el pelo brillante
la piel tostada en los finos hombros
zapatillas
finos dedos en elegantes manos
le vimos los brazos
pudimos intuir la geografía de su abdomen
equino y sensual
y alguien dio vuelta la cabeza
para verla y la manoseó toda con los ojos

y yo lo vi todo
lo vi con todo mi cráneo adentro
con todo mi ser vírgen y salvaje
me redujo a escombros
y a pesar de que ahora
Las Cañitas es un cementerio
ese dia brillante yo me dije
que el barrio, mi barrio
(y me golpeé el pecho)
se estaba poniendo
lindo
lindo
lindo.

No la vimos nunca mas.

El Endomanifesto —

El Endomanifesto

Proponen una estabilidad pacifica automática basada en una espiritualidad sin mugre en las uñas que solo va a crear mutaciones monstruosas. Un tirano por otro tira(s)no. Da igual que tires una bomba atomica en un angulo de perfectos noventa grados y que te caiga en tu misma cabeza, matando a todo el resto de paso cañaso. Quieren una explosion mediante una deflación. Vasos limpios. Sexo seguro. Monogamia dictatorial, una musica híbrida entre charangos y samplers de eructos de conejo. Violines amplificados, semblanzas de corte de pelo de diseño de Discepolín. Homosexualidad encerrada en un maravilloso y costosos y berreta papel de regalo de navidad. Heladeras limpias con alimentos generados en granjas hidroponicas humectadas con la mejor agua del Riachuelo. Almohadas de algodon virgen donde se apoyan cabezas vacias de pasiones violentas y llenas de las mas finas guatas tristes que se haya visto jamás. Ira? Nunca la sentí. Es mi piel. Mi piel exhuda un sudor fétido y frio: el miedo de un animal. Desodorante? Y entonces como haría para evitar esas camas comodas, esas esencias de palo santo tan finos mientras los montes se llena de la sangre de los mios, los locos, los que apoyan la muerte de nacionalsocialismo de la ensalada Waldorf y la caida de las damas pálidas de las plaza de berlin en Buenos Aires? Donde uno sale buscando algo para comer y te arrancan la cara por ser bajito y tener los ojos claros por donde se te ven esas cositas tan locas y tan ofensivas que cualquier botija o mancebo de buena crianza puede reconocer y castigar: la honestidad de los barrotes., Y detras los barrotes, un condor de papier maché. Miedo? Nunca. Terror? Siempre. No hay descanso, no hay lujuria final aparte de la demencia sistemática del confinamiento solitario. Miedo? Nunca. Terror? Tiene cinco letras, creo. nunca la encontré en el diccionario, y lo he leido de la A a la Z. Esa palabra la quitan para que la veas en las marquesinas de la calle cuando cerrás la enciclopedia y te abrís de piernas, en cuatro, abriendote las cachas, ante el sistema educativo y bursatil y espiritual. Miedo? Todos los dias es como si fuera noche de navidad: el olor del Riachuelo llegando a mi nariz desde el borde del sur y mas allá, con imagenes de mi madre, de muertos por estallidos de pirotecnia ilegal y las manchas de los muertos quemados en las paredes de un hogar calcinado. El olor del Riachuelo que llega a travez de Pompeya y mas allá la Inundación y los Altos de Urquiza mientras la ciudad capital que le da la espalda al rio empuja aterrada con ventiladores que se caen a pedazos el estinco de vuelta hacia Valentin Alsina, y los hijos de la belleza prenden sahumerios y se rien con dientes torcidos escuchando una musica torcida y bailando con pies torpes y sin caracter hacia el final de una vida hipoalergénica y feng shuí.
Me duelen los dedos de tanto no tipear para no vomitar sobre todo Buenos aires. Declaro en estas lineas la muerte total del sindrome del charango sampleado, y el nacimiento de una nueva pildora-hamburguesa a base de esponja de lecitina y alambre de ortodoncia. Bien por Vos. Bien por mi. Ha aumentado todo menos el vino, y las balas de todos calibres. Vos elegís. El fantasma de la Madre Teresa con su plato de sopa te asusta desde el rincon mas arriba en el techo en tu pieza roja detrás de tu cabeza. Te queda eso. Te queda eso? Decís que hay algo más? A los turcos no le importa, a Hokusai no le importa el tatuaje en la pantorrilla. Todo lo que tengas que hacer, incluive darle besitos mariposa a tu arroz yamaní, lo vas a tener que hacer en medio de la carrera de ratas en aquel solar donde elijas correr, si es que podés correr. A Tyler Durden no le importa. A Nestor no le importa. A Angelina, a la Copa Davis no le importa, al vulgo no le importa, a tu circulo interior ruso de hierro no le importa, a mi no me importa, y esto ultimo es do le menos Habria que ser un tonto para escribir algo mas que «pura mierda» al respecto. A nadie le importa a menos que… a menos que… y ese «a menos que» hay que encerrarlo, lazarlo de alguna manera, corchetes, cabeza pequeña entre dos paraguas en una de esas lluviecitas infernales de la Capi, poner ese «a menos que» entre una nueva clase de filosofia donde se llame las cosas con otro nombre y que al menos esa nueva fiolosofia con un nuevo nombre no pueda ser tildada de tiranía, hablemos de dulzura, hablemos de tacto, hablemos de una militancia humanista regresiva a las edad de los unicornios y los Merlines y las Morganas y: te gustaria un poco de mi naranja magica? Dicen que la unión hace la fuerza pero a mi me parece que la fuerza hace a las buenas uniones. Este salón oval lleno de musgo y gatos durmiendo te esperan con una copa de formaldeido en la mano y la declaracion Universal de los Derechos del Niño en la otra.
Despierta ya a la muerte de uno u otro.